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En defensa de la democracia

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En defensa de la democracia

 

En la madrileña Plaza de Cibeles, símbolo de la capital española donde se cruzan las calles de Alcalá y los paseos de Recoletos y del Prado, varias decenas de miles de personas ―más de 30.000 según la Delegación de Gobierno― se concentraron el sábado motivados por el lema «Por España, la democracia y la Constitución», una protesta en toda la regla contra el gobierno que encabeza el socialista Pedro Sánchez.

 

 

Lugar de celebraciones ―el Real Madrid ha festejado allí sus muchos títulos―, ayer fue escenario de discursos, pancartas y cánticos contra el presidente del gobierno español al que tildan de dictador y autócrata y señalan por indultar a los líderes del procés catalán, la liberación de presos de ETA, la modificación del Código Penal para derogar el delito de sedición y cambiar el de malversación a la pluralidad lingüística y el «asalto» al Tribunal Constitucional.

 

 

La multitudinaria protesta fue convocada por un centenar de asociaciones que produjeron un manifiesto en el que expresan su rechazo a la «deriva política» que ha tomado el país y denuncian un plan de «mutación constitucional oculto a los ojos de la ciudadanía», porque lo que se pretende es torcer la Constitución de acuerdo con la «interpretación ideológica» de quienes mandan.

 

 

Los convocantes han asegurado que no se trata, sin embargo, de «derechas, izquierdas o centro», sino de evidenciar el deterioro de la democracia española y el debilitamiento de su Estado.

 

Aunque la protesta contaba con el respaldo de los partidos PP, Ciudadanos y Vox, sus principales líderes nacionales se han abstenido de asistir para no contaminar el llamado de la sociedad civil.

 

 

La excepción fue Santiago Abascal (jefe de Vox), quien dijo en tres oportunidades que el de Sánchez es el peor gobierno de la historia (de España), lo que ya había dicho meses atrás, que luego corrigió y que ahora reitera, expresión de que la denominada ultraderecha española ha perdido fuelle ―nada malo, por cierto― ante el crecimiento del Partido Popular, la clásica derecha española, como reflejan las encuestas. Vox parece que decidió escorarse un poco más allá, hacia el pasado.

 

 

Producto del célebre proceso de transición a la democracia iniciado tras la muerte del dictador Francisco Franco (1975), después de casi 40 años en el poder, la democracia permitió a España un inusitado desarrollo, una muy exitosa descentralización del poder mediante la implantación del régimen autonómico y una vitalidad de sus instituciones soportada sobre la Constitución refrendada por los ciudadanos en 1978, que estableció un Estado social y democrático.

 

 

Lastrados por la corrupción sus dos principales partidos, PP y PSOE, al igual que la Casa Real durante los últimos años del reinado de Juan Carlos I; el surgimiento de organizaciones más radicales a la izquierda (Podemos) y a la derecha (Vox) con un evidente déficit democrático, junto con el intento secesionista en Cataluña, han apagado el esplendor español y han arrojado sombras de seria preocupación política en ese país, con tantos vínculos con Venezuela y América Latina

 

 

El gobierno de Pedro Sánchez no solo ha sido incapaz de reconducir la vida política española, sino que ha sumado ingredientes de indudable riesgo en su calculada estrategia de mantenerse en el poder. El entendimiento entre PP y PSOE es fundamental para recuperar la tranquilidad y el progreso de la sociedad española.

 

 

 

Editorial de El Nacional

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