Oleg Medvédev, jefe del Centro Nacional de Investigación Alimentación Saludable, con sede en Moscú, ha alertado del peligro de un componente que consumimos a diario y que debe ser completamente excluido de nuestra dieta, ya que es «mucho más peligroso» que la sal y el azúcar: las grasas trans, informa el diario ‘Komsomolskaya Pravda’.
Cero beneficios y riesgo demostrado
En la ‘lista negra’ de los productos nocivos para nuestro organismo aparecen tradicionalmente la sal, los dulces, el alcohol y recientemente se unió a ella la carne roja. Sin embargo, estos pueden llegar a aportar beneficios a nuestro cuerpo si se consumen con moderación.
Sin embargo, las grasas saturadas son excepcionalmente dañinas y absolutamente inútiles: los estudios demuestran que no tienen ningún valor nutricional y aumentan el nivel de ‘colesterol malo’ en el organismo, el cual contribuye a la aterosclerosis (formación de placas escleróticas en las paredes de los vasos sanguíneos).
Además de aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular y alterar el metabolismo -causando obesidad y diabetes de tipo dos-, tienen un impacto negativo sobre la psique y provocan ciertos tipos de cáncer.
Tanto es así, que varios países han comenzado a introducir medidas restrictivas. «En el 2007, Nueva York introdujo una prohibición legislativa sobre la utilización de las grasas trans y después un estudio halló que la mortalidad por infartos y accidentes cerebrovasculares había disminuido en un 6,2%», cuenta Medvedev. Con base en esto, para el 2018 la Administración de Medicamentos y Alimentos de EE.UU. (FDA) planea limitar el uso de grasas trans en todo el país.
¿Cómo reconocer al ‘enemigo’?
Desde el organismo advierten de que hay productos en los que las grasas trans ‘se esconden’ bajo otros nombres en el etiquetado: hay que prestar atención a las «grasas parcialmente hidrogenadas», las «grasas endurecidas» y las «grasas modificadas», ya que indican la existencia de este componente.
La mayoría de grasas trans se encuentran en productos de confitería y panadería, productos culinarios y en la masa de hojaldre.
Los alimentos precocinados fritos, tales como las hamburguesas o los palitos de pescado, también suelen contener grasas trans.
Las grasas trans se utilizan muy a menudo en la producción de comida rápida. También se encuentran en las patatas fritas y en las palomitas de maíz.
Las grasas trans de origen natural se pueden encontrar en la carne de vaca y en los productos lácteos, pudiendo suponer hasta el 8% de la grasa natural del producto. El organismo de este animal actúa como una fábrica química natural, creando una especie de moléculas trans en el estómago. Por lo tanto, es más seguro y más sano comer carne y productos lácteos bajos en grasa.
«Tómese su tiempo y estudie la composición de todos los productos que compra con regularidad», aconseja Medvédev.
«Identifique a los fabricantes y las marcas que no contengan grasas trans. Si tiene dudas, puede consultar su composición en la página web del fabricante o a encontrarle un sustituto seguro», concluye.
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Por Confirmado: MariGonz