Aunque en Venezuela tomar el té no forma parte de nuestra cultura, sí bebemos otras infusiones que han abierto el camino a nuestros paladares a ese tipo de sabores y cada día son más los que se dejan atrapar por las agradables notas que se desprenden de las hojas de la versátil planta denominada Camelia Sinensis y que se están dejando conquistar por el té como compañero ideal.
Ya sea por costumbre, moda, salud o simple placer, es indiscutible que cada quién ve en el té un bálsamo que sacia su sed particular: sed de conservar las tradiciones orientales milenarias y fomentar su cultura, sed de conocer cosas nuevas y estar a la vanguardia, sed de verse bien y estar saludable o sed de dar gusto a sus sentidos y dejarse llevar por el disfrute físico y espiritual que proporciona.
Y es que aunque suene exagerado, la diversidad de situaciones que se encuentran detrás del sólo hecho de tomar té es tan variada, como variado ha sido el camino por el que ha transitado el té desde tiempos muy lejanos que apuntan al año 2.750 a.c., hasta nuestros días, en los que se ha convertido en la segunda bebida más consumida en el mundo, sólo superada por el agua, ingrediente clave en su preparación.
Según cifras de la Asociación de Tés e Infusiones del Reino Unido, se calcula que se beben aproximadamente 100.000.000 de tazas diarias sólo en esas latitudes, lo que corrobora el peldaño alcanzado.
Y es que la capacidad del té para adaptarse a cada paladar y cada situación viene dada por la variedad o tipos de té que existen, los cuales tienen características propias que le hacen complacer diferentes gustos o exigencias. Es así como la delicadeza aromática y gustativa de los tés blancos, provenientes de cosechas preciadas y con mínima manipulación para que sus propiedades se mantengan intactas, la honestidad del té verde del que sólo en China y Japón se pueden encontrar más de 1.500 variedades, siempre con sus notas herbáceas y frescas, la rareza y exquisitez del té amarillo, considerado como el té de las dinastías imperiales en la antigua China, producido en muy pequeñas cantidades y con su sabor único dirigido sólo a aquellos que tengan la fortuna de probarlo, la versatilidad del té oolong, parcialmente oxidado que hace que podamos conseguir en él algunos notas cercanas a los tés verdes y en otros características que apuntan hacia los tés negros, la sobriedad del té negro, con su poder estimulante que nos ayuda a activarnos mental y físicamente, la longevidad del puehr cuya guarda lo hace comparable con los buenos vinos y la diversión de los blends saborizados o aromatizados, cargados de sabores derivados de la conjunción del té con especies, flores y frutas, otorgan los matices necesarios que sitúan al té como ese acompañante perfecto para toda ocasión.
Jennifer Ramírez V.
Sommelier
@TomarTeVzla