El síndrome del espejo criminal

El síndrome del espejo criminal


 
 
Lo que dispara la creatividad del régimen es ver la posibilidad o casi certeza de perder una tajada de millones de dólares a los que no han podido meterle mano. Y la respuesta psicológica (además de mediática) a este temor es narrar la historia propia como si fuera la del contendor. Eso se llama proyección psicológica.

 

 

Es algo en lo que debe ser experto el vicepresidente de Comunicaciones y que debe haber explicado hasta el cansancio a sus camaradas chavistas, pero no por ello están a salvo de que el subconsciente les traicione.

 

 

Esa es la base del discurso acusador con el que la vicepresidenta denunció la existencia de una “organización criminal” integrada por todos los opositores y que tiene como objetivo robarse el dinero de “todos los venezolanos”.

 

 

La primera sorpresa para los que tuvieron la desgracia de no poder huir de la cadena es enterarse de que todavía hay dinero para robar. Es decir, que dejaron algo en la olla. Lo que queda es Citgo, que ciertamente se la arrebataron de las manos al régimen porque la oposición actuó casi al límite del tiempo.

 

 

 

La segunda sorpresa fue darse cuenta de que la vicepresidenta no tiene idea de cómo funciona un espejo. Y no es porque no preste atención a su apariencia física, que no es materia de importancia, sino porque contando con un hermano entrenado en estas lides, debe saber que lo que dijo ayer sonó como la descripción del régimen y no de una nueva “organización criminal”.

 

 

Sin ánimos de introducir nuevos conceptos al estudio de los problemas mentales que hacen los especialistas, la intención de hablar del “síndrome del espejo” es ilustrar lo que son las proyecciones psicológicas. Cuando la vicepresidenta afirma que tiene las pruebas que indican que la cúpula opositora lo que quiere es robar, es como si hablara del régimen que ella integra, que lo que ha hecho es llevarse el dinero del Estado y gastarlo a sus anchas.

 

 

Cuando se burla de la idea dislocada del presidente de Estados Unidos al decir que Venezuela es de su propiedad, es como si se burlara de la dictadura cubana que desde hace más de 20 años le chupa la sangre a Venezuela.

 

 

Cuando habla de organizaciones criminales, de robo, de usurpación, de entreguismo, es como si estuviera definiendo las máximas que han puesto en práctica desde Miraflores para hacer del país tierra arrasada.

 

 

Entonces, es como mirarse en el espejo y describirse a sí mismo. Causaría mucha risa si detrás de estas “denuncias” no estuviera la intención de continuar con la represión sin ninguna vergüenza. Vienen días más duros, porque la organización del régimen quiere terminar de raspar la olla.

 

 


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Editorial de El Nacional

 


 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 

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