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El rey es AMLO

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El rey es AMLO

 

A escasos días de que Claudia Sheinbaum asuma la presidencia de México, la gran pregunta que se hace una buena porción de mexicanos comienza a responderse: ¿Tendrá la presidenta, la primera mujer en ocupar el más alto cargo de la nación, autonomía con respecto a su promotor, Andrés Manuel López Obrador? La exclusión de Felipe VI, rey de España, de la lista de invitados al acto de transferencia de mando del próximo primero de octubre ya indica por dónde van los tiros. “Diplomacia de cantina” consignó en un breve post en X el historiador, ensayista y editor mexicano Enrique Krauze.

La polémica está servida. El gobierno de España, en respuesta, no enviará ningún representante a la asunción de Sheinbaum. La presidenta continúa en la línea trazada por López Obrador de exigir a la corona española “de manera pública y oficial el reconocimiento de los agravios causados” durante la conquista y la colonización.

En la lista de invitados figuraba, en cambio, Vladimir Putin, quien tampoco asistirá por razones más actuales y muy delicadas, porque sobre él pesa una orden de captura de la Corte Penal Internacional. Es posible aventurar que las autoridades mexicanas crean que Putin no ha causado agravio alguno o que, en caso contrario, alguien se encargará de recordarlo dentro de 500 años.

En su cuenta de X, Sheinbaum publicó ayer una carta de dos folios -la actualidad latinoamericana se narra en cartas y carticas- en la que explica a sus 3,4 millones de seguidores por qué se invitó “a Pedro Sánchez Castrejón” (es Pérez-Castejón) y no a “Su Majestad, Felipe VI, Rey de España”.

El cuento que echa Sheinbaum se remonta al primero de marzo de 2019, cuando López Obrador le envió una misiva -otra carta- a Felipe VI en la que le propuso redactar “un relato compartido, público y socializado de su historia común”. El reconocimiento de los agravios, pues. Y de esa forma iniciar una nueva etapa de las relaciones entre las dos naciones “más estrecha, más fluida y más fraternal”.

No hubo respuesta española, y Sheinbaum lo lamenta y lo considera, además, reñido con “la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales”.  En febrero de 2022, López Obrador puso en “pausa” las relaciones con España, una curiosa figura que no está en el canon diplomático, y ahí continúan como un legado para la nueva presidenta.

“Para el gobierno que encabezaré a partir del primero de octubre de 2024, el reconocimiento de los pueblos indígenas es fundamental para continuar avanzando  en la transformación de nuestra vida pública”, sigue Sheinbaum, quien confía, sin embargo, en que esta “diversidad de opiniones” -España no ha dicho nada al respecto, habría que recordarle- sea punto de partida para encontrar “pronto nuevas vías de entendimiento”.

Faltó una estrofa: “Y mi palabra es la ley, no tengo ni trono, ni reina (ni rey), ni nadie que me comprenda”.

Editorial de El Nacional

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