El reacomodo de la política española

El reacomodo de la política española

 

 

Sobran los análisis sobre los resultados de las elecciones del domingo en España. Sobre todo porque desde esta parte del mundo nos sigue preocupando cualquier cosa que se defina como “socialista”. Muy pocos toman en cuenta que el PSOE, además del partido de Pedro Sánchez y José Luis Rodríguez Zapatero, es también la tolda política de Felipe González.

 

 

Lo que pocos han observado es que, a pesar de que el partido socialista parece haberse disfrazado de centro para conquistar votos, el Partido Popular, Ciudadanos y el propio emergente Vox juntos obtuvieron más escaños que los izquierdistas.

 

 

Muchos auguran un cambio permanente del panorama político español por lo anterior dicho. Y puede que sea cierto, pues el resultado de la jornada comicial del domingo es el reflejo de lo que desde hace más de un año comenzó a suceder dentro del PP, que en 2016 fue el preferido por la mayoría de los votantes.

 

 

Los resultados obtenidos por el partido de Pablo Casado pueden leerse por lo obvio, la pérdida abrumadora de escaños. Pero también como el resultado de luchas internas que llevaron a acusaciones públicas. El PP fue a las elecciones con divisiones importantes dentro de sus filas.

 

 

Y aunque muchos insisten en que Vox cumplió su función primordial como catalizador que al final favoreció a la izquierda, esa moneda tiene dos caras. Algunos vaticinaron que este partido radical obtendría entre 40 y 60 escaños, pero solo obtuvo 24, lo que indica que el ultraderechismo populista está lejos de tomar fuerza en España.

 

 

La jugada del PSOE fue clara y la campaña hizo su efecto. Algunos analistas afirman que usó la carta de Vox para “meter miedo” al electorado. Aprovechó para meter en el mismo saco al PP y Ciudadanos. Pero lo que realmente hizo efecto es una fragmentación de la centroderecha y un electorado que no lo vio claro.

 

 

Para este lado del mundo, además del juego político previo a las elecciones, lo que debe importar es que en España la democracia está viva. Más allá del acto del sufragio, el sistema democrático también incluye la negociación, los pactos y los consensos. De allí surgirá un nuevo gobierno que ojalá beneficie a todos los españoles.

 

 

Para los que observamos desde esta parte del mundo, el bipartidismo que vivió España ahora dará paso a un sistema multipartidos. Muchos pronostican que Ciudadanos encabezará a los que graviten en la centroderecha. Pero el PP tiene por delante un trabajo que no le es extraño, reorganizarse y resurgir.

 

 

Editorial de El Nacional

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