Ya ha pasado un año desde que Joe Biden asumió la presidencia de Estados Unidos, a la que llegó con 81 millones de votos en unas elecciones que tuvieron una altísima participación. Sin embargo, el resumen de sus logros en estos 365 días no es muy alentador, aunque hay que reconocer que, en lo que se refiere a Latinoamérica, ha tratado de cambiar el discurso para hacerlo más positivo.
Sorprendió el miércoles con unas declaraciones que pudieran significar más atención para los países que al fin y al cabo son sus vecinos: “Solíamos hablar cuando era un joven en la universidad del patio trasero de Estados Unidos; pero no es el patio trasero, creo que al sur de la frontera con México es el patio delantero de Estados Unidos. Somos gente igual”.
Biden llega a este primer aniversario con una popularidad muy baja, apenas sobre 50%, con pocos logros de la lista de promesas electorales y muchos problemas que lo ponen contra la pared. Entre estos temas está el manejo que ha hecho su gobierno de la pandemia, que no ha podido controlar. Sus medidas han levantado polémica a lo largo y ancho del país y pocos olvidan que no pudo vacunar a 70% de la población para el 4 de julio pasado.
Se le suma además la inflación, un asunto a lo que los estadounidenses no están acostumbrados, y que parece ser consecuencia directa de su política de inyectar dinero a la economía sin el respaldo adecuado de la producción; a los venezolanos eso les suena mucho, aunque ni se comparan los números. A pesar de este indicador, el desempleo parece estar controlado, lo que alivia mucho y le da un poco de seguridad con respecto a sus directrices económicas.
Es en la política exterior, como siempre, en donde más ha levantado críticas y apoyos. Su cuestionable salida de Afganistán y ahora el empeño de meterse entre Rusia y Ucrania lo han puesto en la mira de muchos analistas. Este tema tiene resonancia por estos lados del continente y no se puede perder de vista, sobre todo porque también hace dos días confesó que hablaba mucho de Venezuela y otros países latinos.
Su posición sobre el gobierno chavista siempre ha sido clara, cosa que le agradecen los venezolanos. Si, como afirma, dedica mucho tiempo al tema de nuestro país, se entiende que sus intenciones son seguir con el apoyo para que podamos recuperar la democracia.
En fin, aunque muchos de sus asesores son optimistas y consideran que el gobierno de Biden lleva buen ritmo en cuanto a los propósitos que se ha fijado, lo poco que se ha visto no logra convencer a muchos estadounidenses que lo rechazan ya abiertamente. Lo bueno es que las instituciones y la salud de su sistema democrático le permitirán seguir trabajando por el bien de su país, pero si sigue sin convencer, votarán para cambiarlo. Eso es más de lo que podemos decir los venezolanos.
Editorial de El Nacional