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El Premio Luis Ángel Duque abre un nuevo espacio para artistas emergentes

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El Premio Luis Ángel Duque abre un nuevo espacio para artistas emergentes

Al menos 700 personas asistieron el 1 de mayo a la inauguración, en la Galería Freites de Las Mercedes, de la exposición del I Premio de Arte Contemporáneo Luis Ángel Duque, destinado a artistas nacidos a partir de 1975.

Abierta por este mes a la espera del fallo del jurado integrado por María Luz Cárdenas, Víctor Guédez, Adriana Meneses, Gabriela Rangel, Fernando Eseverri y Caresse Lansberg, el propósito del premio en este contexto puede leerse de dos maneras: como un espacio para artistas emergentes en un país con pocas oportunidades y como un reencuentro cultural luego de dos años de pandemia y confinamiento.

Creado por la Fundación Cultural Estilo con apoyo de la Galería Freites, en alianza con Venezuelan American Endowment for the Arts, la Escuela Internacional de Arte y Diseño Chavón y las galerías GBG Arts y Beatriz Gil, el Luis Ángel Duque otorgará premios a 4 de los 30 artistas que exponen en la Galería Freites, que fueron seleccionados entre 108 postulantes.

Se tenía previsto elegir a 15 artistas para participar en la muestra, pero el jurado decidió ampliar el número debido a la calidad de las propuestas y la amplitud de interpretaciones de los temas planteados en las bases, explicó la Fundación Cultural Estilo en un comunicado.


El ganador del primer lugar será merecedor de una residencia para artista de tres meses en los talleres de VAEA en New Rochelle, en Nueva York; el segundo, una residencia de tres meses en los talleres de la Escuela Internacional de Arte y Escuela Internacional de Arte y Diseño Chavón, en República Dominicana, y habrá dos terceros lugares: uno tendrá una individual en la galería GBG Arts de Prados del Este y otro en la Beatriz Gil Galería de Las Mercedes.

Los seleccionados para la exposición fueron: Manuela Armand, Manuela Benaim, Hayfer Brea, Lesly Chacón, Roberto Camp, Hecdwin Carreño, Luis Alberto “Toto” García, Juan González, Raúl Herrera, Zoltan Kunckel, Jonathan Lara, Azalia Licón, Constantine Loyd, Giuliana Marmo, Carlos Medina, Santiago Méndez, David Molina Molina, Cristiam Muñoz, Hugo Palmar, Aureliano Parra, Dianora Pérez Montilla, María Virginia Pineda, Onai Quiñones, Siul Rasse, Rosa Salazar, Carlos Luis Sánchez, Samuel Sarmiento, Claudio Valdebenito, Malu Valerio y Eduardo Vargas Rico.

Las obras de la exposición reflexionan sobre temas, como establecen las bases del premio, relacionados con los intereses de Luis Ángel Duque: la ecología, el viaje, la exploración científica y aventurera, los ríos y la Amazonia, las etnias y sus expresiones artísticas, fenómenos geológicos, geografías y cartografías, así como las conexiones entre literatura, arte y ciencia. El premio también es un homenaje al Luis Ángel Duque que impulsó en vida la carrera de jóvenes artistas. Además de director del Maccsi entre 2005 y 2011, fue curador asociado del Salón Pirelli de Jóvenes Artistas.

María Luz Cárdenas explica que establecer un concepto sobre una exposición como esta, con propuestas tan diversas en cuanto a técnica y planteamiento, es extremadamente difícil. “Siempre queda como la necesidad de abrir un campo más amplio para algunas propuestas que quizás no se insertan estrictamente en el tema, pero que son valiosas e importantes”, dijo la curadora.

Entonces, continúa, se plantearon establecer un diálogo con los temas de mayor interés de Duque como curador y dentro de su área de trabajo. “Luis Ángel era como un niño explorador, nunca se desprendió de ese interés por explorar cualquier campo del conocimiento. En este sentido, la primera constelación temática del salón está orientada en esos temas”.

Añade: “Dentro de las propuestas que recibimos había algunas que no militaban estrictamente en esas áreas, pero eran interesantes y tenían diálogo con los planteamientos de Luis Ángel. Hay abordajes que no están estrictamente en el campo de la exploración, los pintores viajeros o el desarrollo estético de las etnias, sino más bien hacia la identidad, la búsqueda de un territorio íntimo, pero es una exploración de un territorio”.

Hay también temas urbanos, el impacto de la ciudad en las personas. Quizás, señala Cárdenas, no están en la línea temática estricta, pero se vinculan porque plantean cartografías, uno de los temas favoritos de Duque, al igual que los mapas.


La curadora afirma que nunca imaginaron que recibirían tantas propuestas y de tan buena calidad, por lo que, dice, esto es una demostración de que en este momento hay una gran necesidad de acceder a espacios de confrontación y reflexión sobre el arte. “Los artistas hicieron un gran esfuerzo y se comprometieron en muy altos niveles con la manera de presentar el proyecto. Se les pidió que enviaran un statement, su propio testimonio de lo que estaban presentando, y todos hicieron un esfuerzo”.

Con la ausencia del Salón Pirelli y del Jóvenes con FIA, explica Cárdenas, el espacio de difusión de ideas de los jóvenes estaba prácticamente desaparecido, de ahí el nacimiento de este premio, que además sirve para “establecer una red de información acerca de lo que sucede en este momento entre los artistas emergentes”.

“Todo ese abanico es importante presentarlo al menos cada dos años en un espacio de confrontación y reflexión. Porque ahí conoces por dónde va lo que se está haciendo”, dijo.

Diversas técnicas, diversos conceptos
Entre las obras expuestas en la Galería Freites se encuentra la pieza Cuadros de la naturaleza, Los Andes, Los Llanos, en la que María Virginia Pineda recoge el testimonio de dos artistas viajeros del siglo XIX, Ferdinand Bellermann y Auguste Morisot, a partir de sus diarios y la ficha técnica de la obra que hicieron a raíz de la experiencia que tuvieron con el paisaje que vieron.

“El juego es que el espectador, a través de estos textos, conecte con el paisaje que le dio origen a esa obra de arte, porque aquí hay una descripción como de un momento del paisaje y hay una ficha técnica que remite a una obra de arte de ese momento del paisaje”, explicó.

“No es solo una propuesta conceptual, también estéticamente propone una lectura de poesía visual, hay poesía dentro de esos textos sin querer queriendo. Eso obedece a un estilo del siglo XIX, pero para nosotros es poesía. Entonces hay poesía conceptual y también visual en la obra”, agregó la artista.

Mientras que Dianora Pérez-Montilla cuestiona en Tiempo presente, usando como soporte cultural un papel elaborado con fibras textiles, a la institución militar.


“A lo largo de mi carrera la estética del deterioro ha sido el hilo conductor, entendiéndolo desde lo humano, los espacios físicos y lo natural. En este caso hay una institución específica: te lo da el cromatismo y te lo da la imagen presentada a modo de paisaje”, explicó.

En uno de los soportes dice en código braille “el honor es mi divisa”, lema de la Guardia Nacional Bolivariana. Acá Pérez-Montilla incorporó la palabra versus para plantear que “ningún valor debe ser cuestionado, ningún valor puede estar por encima del otro, ellos deben estar a nivel”. “Hay un cuestionamiento también de los valores a nivel institucional que aplica para las instituciones educativas, religiosas, militares”, expresó.

Lo esencial en Linderos, de Juan González Bolívar, es la memoria. Aunque nació en Cúpira, Miranda, creció en La Cruz, Maturín, estado Monagas, un lugar campestre en el que solía ver carretillas y verduleros, lo que fue cambiando, cuenta, con la llegada de comerciantes chinos y árabes, que impulsaron el crecimiento del pueblo. “Son memorias que ya no están, por eso las presento de manera borrosa, en fragmentos, entre líneas”, explicó el artista, que trabajó acrílico sobre lona.

Y Manuela Benaim usa moldes de personas de verdad para producir réplicas en silicón. Su reflexión es cómo el cuerpo “esconde la identidad y la luz interior de las personas, crea un caparazón que a su vez cuenta muchas historias”.


Le gusta, continúa, ver la narrativa de cada cuerpo, las pecas como signos del sol o las cicatrices como campos de guerra, que son algunas metáforas que ha encontrado, pero también le interesa pensar en que cuando se conoce a alguien lo primero que se ve es ese “caparazón”, por lo que la persona es juzgada y encasillada solo por esa imagen. “Con mi obra intento separar la identidad de esa fachada que todos tenemos. Volverla algo menos fijo y más transitorio, algo que te puedas poner y quitar, como si fuese un disfraz”, dijo.

 

 

 

 

Fuente: 2001

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