No cabe duda de que la vuelta de los diputados del PSUV al recinto de la Asamblea Nacional es un reconocimiento de que esa es la única instancia legítima que queda en Venezuela. El deseo general es que los parlamentarios del régimen actúen con el respeto debido, se comporten como emisarios del pueblo que los escogió y aporten salidas a la crisis.
Muchos analistas opinan que, por el contrario, retomaron sus curules para tratar de implosionar la Asamblea Nacional, para crear división, para menoscabar a la oposición. Sobre todo porque, como ellos insisten, su vuelta al Parlamento es producto de la negociación que se hizo en la Casa Amarilla con un grupo de representantes de partidos minoritarios que se dicen opuestos al régimen.
En otras palabras, que se metieron en el Hemiciclo para propiciar saltos de talanquera. Que su misión es entorpecer el trabajo legislativo o la búsqueda de una solución a la crisis que vive el país.
Sin embargo, un rayito de esperanza aparece justo cuando se lee lo que ocurrió ayer en la primera sesión con participación de los pesuvistas. La diputada Tania Díaz propuso un tema de debate con el que pretendía desviar la atención de la Asamblea para cuestionar directamente la autoridad del presidente encargado, Juan Guaidó.
Las famosas fotos del presidente del Parlamento con miembros del grupo paramilitar Los Rastrojos eran el trapo rojo que trataron de enarbolar los diputados del régimen. Pero allí se impuso la mayoría, pues días antes ya la Asamblea había discutido el tema de la presencia de grupos de irregulares en territorio venezolano y, como miembros del Poder Legislativo, emitieron un contundente rechazo.
“Usted no sabe, porque no ha asistido a las sesiones, pero ese tema ya lo tratamos”, le dijeron a la diputada Díaz. Ojalá los representantes opositores se den cuenta de la importancia de asumir su papel, asistir a las sesiones y demás trabajos parlamentarios. Ayer no estuvieron todos, pero sí una gran parte, y se les aplaude.
No hay que dejarse intimidar por la presencia de los diputados del régimen en la Asamblea. Que asuman su papel de representantes del pueblo al que dicen defender. Pero los diputados opositores tienen la inmensa tarea de llevar la batuta, como sucede en democracia, porque son mayoría y representan el anhelo de los venezolanos de un cambio.
El Hemiciclo del Palacio Legislativo ha sido testigo de hechos importantes de la historia contemporánea venezolana, y esperamos que en este caso no sea distinto. Que haya debate, que haya intercambio de ideas, pero también que haya soluciones.
Editorial de El Nacional
