El Método Pilates, inicialmente, formaba parte del entrenamiento de diversos deportistas, como bailarines y boxeadores, que practicaban esta disciplina para mejorar su concentración, corregir posturas y mantener activa su movilidad articular. Pero, sobre todo, tenía la función de prevenir las lesiones.
El Pilates, al igual que ha ocurrido con otras disciplinas, ha ido evolucionando y ha incorporado ejercicios y bases biomecánicas propias de la educación física y la rehabilitación, eliminando movimientos contraindicados y haciendo más visibles sus principios básicos: la concentración, la centralización, la respiración, el control, la precisión y la fluidez.
“La influencia de Pilates en el deporte ha ido creciendo gracias al apoyo en sus entrenamientos y a la recuperación de lesiones ya que, al procurar un mayor control a nivel motor con movimientos comunes sin molestias ni dolor, consigue un equilibrio muscular óptimo, reforzando los músculos más débiles (deportes asimétricos) y alargando los más acortados”, manifiesta Belinda Lorenzo, experta en Pilates de Divina Pastora Seguros.
Tal y como explica Lorenzo, ciertos acortamientos musculares generan desequilibrios que conllevan a generar rangos posturales incorrectos e incluso limitan el rango articular natural. Esta es una de las situaciones más comunes en deportistas de alto rendimiento, por la exigencia de carga en impacto y apoyo que las articulaciones, incluida la cadera y la columna lumbar, tienen que absorber, siendo agresiva a nivel mecánico para estas zonas.
Trabajo de ‘core’, centro de energía y respiración
Una de las aportaciones del Método Pilates es el trabajo adaptativo y eficiente de entrenamientos de movimientos y no de músculos, cambiando el concepto de forma por el de función biomecánica. Esto es lo que los instructores de pilates llaman powerhouse (trabajo de core).
El centro (core o powerhouse) es el punto de gravedad de cada persona (para cada individuo es diferente, según su masa corporal, altura, fuerza, etc.) que debe estar totalmente equilibrado en todas las direcciones, óptimo para todos los atletas populares y deportistas de alto rendimiento.
Los atletas tienden a acumular desequilibrios musculares por movimientos repetitivos constantes dentro del deporte que desarrollan. La mayoría de las actividades son unilaterales, a favor de un lado del cuerpo, lo que también incrementa debilidad y desequilibrio muscular. Para esto, el Método Pilates trabaja en simetría basándose en los principios básicos, fortaleciendo los puntos débiles e insistiendo en la necesidad de un mayor control y una menor fuerza. De esta forma, los atletas pueden aprender a reeducar sus movimientos.
Otra de las partes que se trabaja en el Método Pilates y que puede ser beneficiosa para atletas y deportistas es el «centro de energía», desde donde parten todos los movimientos. Este “centro de energía” es la zona que va desde la parte frontal del cuerpo, desde las costillas flotantes (parte de debajo de la caja torácica) hasta una línea que traspasa la articulación de la cadera y por la espalda hasta la base del glúteo, formando un cuadrado (abdomen, región lumbar y pelvis).
Los músculos del torso tienen la función de estabilizar la columna y para cualquier actividad física se necesita realizar ejercicios orientados hacia esa función principal para desarrollar mayor estabilidad de la columna vertebral y en los músculos abdominales como protagonistas de acción.
Lorenzo subraya que tampoco se puede olvidar el “2 powerhouse” que en Pilates se refiere a la cintura escapular (esternón, clavículas y escápulas) compuesto por fibras inferiores del trapecio, serrato anterior, dorsal ancho, pectorales y flexores internos del cuello, que van a ayudar a mejorar el movimiento de las extremidades superiores (brazos y cabeza) y que también lleva a una reorganización postural correcta.
Por último, destaca que hay que hacer hincapié en la respiración durante la práctica del Método Pilates (de aplicación lateral o intercostal) que, al emplearla, ayuda a mantener la contracción abdominal y conexión de suelo pélvico, mientras se ejecutan los ejercicios y se protege al organismo, manteniendo estable el segmento central del cuerpo. Cada actividad física trabaja con diferentes tipos de respiraciones, que aprovechan según qué tipo de respiración para mejorar el rendimiento del deporte que vayan a realizar.
Al unir todo lo anterior, se obtiene, incluso en disciplinas deportivas asimétricas, mayor alineación corporal, agilidad y aumento de la capacidad cardiovascular, por ejemplo, al hacer tiradas largas en carrera continua, y se mejora la flexibilidad y psicomotricidad en diferentes disciplinas como la natación, el fútbol o el golf.
Fuente:mujerhoy