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El peculio de Luis

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El peculio de Luis




Hay que tratar de entender a Luis antes de criticarlo. La explicación que da sobre los videos que circulan por las redes sociales es completamente lógica. Cualquier venezolano que tenga la oportunidad de viajar a Europa tratará de sacar el mayor provecho y eso incluye comprar en las tiendas de lujosas firmas que ya no se consiguen en el país. ¿Tiene algo de malo? Dice que se ha ganado todo ese dinero con el sudor de la frente y nadie lo pone en duda.

 

 

Da lo mismo que el diputado haya ido en una misión rojita aunque se dice opositor. No importa que su tarea fuera defender lo indefendible y colaborar con un preso acusado de actos de corrupción inimaginables, un protegido del régimen. Precisamente, él cumplió con lo que le mandaron. Y si por eso le pagaron una platica. Se trata, entonces, de dinero de su propio peculio.

 

 

Esa es su defensa y no hay la menor duda de que fue así. El diputado seudoopositor sudó la gota gorda para probarle al régimen que, antes que nada, es un servidor confiable. No hubo a quien no le jalara mecate. Y eso de tener dos caras también es un sacrificio considerable.

 

 

Aquel golpe que dio al presidente interino, eso de posicionarse como presidente de una Asamblea Nacional intervenida por el TSJ no fue nada fácil. Tener que fingir que trabajaba por el interés de todos los venezolanos, asistir a un Palacio Legislativo en el que lo miraban feo, tener que andar con guardaespaldas todo el tiempo, no ha sido un lecho de rosas.

 

 

Luisito se sudó ese fajo de euros. Y lo más normal es que, siendo fruto de su “trabajo”, se dé ciertos gustos. Por eso la risita en el baño, porque todo lo que ha sacrificado se vio recompensado con aquel paquete de billetes ni siquiera de los verdes, sino de esos bonitos que circulan en Europa. Sin olvidar lo que no ha hecho efectivo.

 

 

No es dinero mal habido porque Luis no pregunta la procedencia de los fondos que sirvieron para pagar sus servicios. Ojos que no ven, corazón que no siente. Esa es su lógica, sencillamente, y al mejor estilo del “pónganme donde haya”, se vendió al mejor postor y obtuvo su recompensa.

 

 

Lo malo es que lo cacharon. La mala intención siempre existe.

 

 

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