El Parlamento alemán ha aprobado este miércoles por amplia mayoría el tercer paquete de rescate para Grecia, por un total de 86.000 millones de euros. La votación ha vuelto a reflejar que en las filas del grupo parlamentario democristiano, al que pertenece Angela Merkel, existe un número considerable de rebeldes que no están dispuestos a seguir apoyando la política de la canciller con respecto al país heleno. Tras el debate, que ha durado tres horas, el presidente del Bundestag, Norbert Lammers, ha anunciado que, de un total de 584 presentes en la sesión, 453 han votado a favor, 113 en contra y 18 se han abstenido.
Según el recuento, 63 diputados democristianos han votado en contra de la ayuda a Grecia (tres más que hace un mes) y tres se han abstenido. El número de parlamentarios democristianos díscolos pudo haber sido mayor si todos los diputados hubieran estado presentes en el debate. El Parlamento cuenta con 631 miembros, pero 47 de ellos no han acudido a la sesión extraordinaria. Entre los ausentes, 17 pertenecen al grupo democristiano.
La ayuda a Grecia ha recibido el apoyo de 117 diputados socialdemócratas. Cuatro de ellos han votado en contra. Entre los Verdes, solo un parlamentario ha rechazado el rescate y siete se han abstenido. En el grupo de La Izquierda, 45 diputados han votado en contra y siete se han abstenido.
Aunque el voto a favor del tercer paquete de rescate a Grecia no corría peligro gracias al apoyo casi incondicional de los diputados socialdemócratas y de los Verdes, esta sesión en el Parlamento había creado una enorme expectación en Berlín porque podía ilustrar el nivel de autoridad que la canciller alemana aún ejerce sobre los 311 diputados que integran el grupo parlamentario democristiano.
La primera vez que el Bundestag se reunió para aprobar la ayuda a Grecia, en 2010, cuatro diputados democristianos votaron en contra. El pasado 17 de julio, los rebeldes aumentaron a 60 —en Alemania la Constitución garantiza la libertad de voto a los diputados. En los últimos días se había especulado con la posibilidad de que más de un centenar de parlamentarios votara en contra de la ayuda a Atenas, lo cual podría haber infligido un daño casi irreparable a la figura de la canciller.
La amenaza latente de sus diputados convenció a Merkel de adoptar una inédita medida, que causó sorpresa en el hemiciclo. Por primera vez desde que el Parlamento alemán tiene la misión de aprobar las ayudas a Grecia, la canciller decidió no pedir el voto a los diputados y dejó en manos del ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, la tarea de evitar una nueva y peligrosa revuelta en las filas del grupo parlamentario democratacristiano, que podría haber causado gritas profundas en la autoridad de la canciller. Según comentarios escuchados en los pasillos del Bundestag, la canciller ha preferido no hacer uso de la palabra para evitar que su autoridad quedara cuestionada en caso de que el número de diputados democristianos rebeldes aumentara.
Ha sido Schäuble, máximo representante del sector más duro contra Atenas en el Eurogrupo, que incluso llegó a plantear una “salida temporal” del país heleno de la eurozona, quien ha defendido la ayuda a Grecia, aunque ha subrayado que los ajustes “son irrenunciables” para seguir en el euro. Esta vez ha utilizado un tono calmado y conciliador. El ministro de Finanzas no ha ahorrado detalles técnicos sobre el contenido del paquete de rescate. “La meta es hacer posible que Grecia pueda volver a caminar con sus propios pies”, ha dicho el ministro a los diputados.
“La decisión para un nuevo programa de ayuda para Grecia no fue fácil”. Así ha comenzado Schäuble su intervención de 20 minutos. El ministro ha calificado los ajustes que se le exigen a Grecia como “irrenunciables dentro de la Unión Europea” y ha destacado que, si Atenas cumple con las condiciones acordadas en el llamado Memorando de Entendimiento —el acuerdo alcanzado con el Gobierno griego—, su economía podría volver a la senda de crecimiento, reducir sus deudas de forma progresiva y crear empleo.
Para solicitar el voto a favor del paquete de rescate, Schäuble ha vuelto a recordar a los legisladores que en Irlanda, Portugal, España y Chipre los programas de ayuda han sido exitosos. También ha criticado la política de Alexis Tsipras que, según ha dicho el ministro alemán, intentó asegurar la permanencia de Grecia en la eurozona sin llevar a cabo las reformas que se le exigían.
Schäuble ha asegurado que el Fondo Monetario Internacional participará en el nuevo rescate. “Para el Gobierno es indispensable que el FMI siga participando”, ha dicho. Y ha vuelto a repetir que los tratados europeos no permiten una quita de la deuda griega. No obstante, se ha mostrado a favor de buscar medidas que supongan un alivio de la deuda.
“No existe una garantía de que todo funcione bien y hay buenas razones para desconfiar y votar en contra”, ha señalado durante su discurso, en una clara alusión a los disidentes dentro de su propio partido. “Pero sería irresponsable no permitir un nuevo comienzo para Grecia”, ha añadido Schäuble, quien ha recordado que lo que está en juego en el país heleno es, ni más ni menos, que la construcción y la estructura de la unión monetaria.
Malestar en Holanda
El pasado julio, Marc Rutte, primer ministro liberal holandés, admitió que había roto la promesa electoral efectuada en 2012 de no aceptar un nuevo rescate para Grecia. “Dos apoyos de esta clase han sido suficientes”, dijo entonces. Ahora que la tercera inyección financiera es una realidad, asegura que “en política es inevitable hacer concesiones, pero nadie lo notará en su bolsillo en casa”.
Los apuros griegos le costarán a Holanda 5.000 millones de euros. La cifra, confirmada por Jeroen Dijsselbloem, titular de Finanzas, divide al Parlamento y molesta especialmente a Geert Wilders. El líder de la extrema derecha ha amenazado ya con presentar una moción de censura durante el debate sobre el particular, previsto para este miércoles. Aunque el resto de los partidos no comparte su táctica, las críticas a la postura del Gobierno serán muy duras. En particular, las de los liberales de derecha, grupo del propio Rutte, que lamentan la negativa del Fondo Monetario Internacional a apoyar, por ahora, el pacto comunitario para Grecia. El martes, sin embargo, los liberales confirmaron “con un nudo en el estómago”, que se pondrán de parte del Ejecutivo. De este modo, la coalición de centro izquierda dispondrá de mayoría en la Cámara.
Aunque Wilders es el mayor crítico del sostén prestado, los sondeos sobre el índice de popularidad del Gobierno muestran los temores y cansancio del electorado ante las reiteradas inyecciones monetarias precisadas por Atenas. A finales de julio, la mitad de los votantes pensaba que Holanda debería haberse opuesto al tercer rescate. Un 40% estaba de acuerdo en aliviar las dificultades de los griegos. Ese tono bajo es el que espera aprovechar Wilders para hacerse oír de nuevo con fuerza. “El primer pago fue un error mayúsculo. Lo que ha venido después es un insulto”, repite. “Si Grecia quiere auxilio, tiene que hacer concesiones y ser creíble”, ha repetido el primer ministro Rutte en vísperas del encuentro parlamentario.
Fuente: El País