La Cumbre Iberoamericana 2021 se ha adaptado a los tiempos. Desde Andorra se generó la señal a través de la cual participaron algunos mandatarios y cancilleres. Tuvo que anotarse la vicepresidenta del régimen a última hora, porque las expresiones de desagrado por la sola presencia aunque fuera virtual del número uno del PSUV causaba urticaria en los dignatarios.
Aunque el tema de debate, o más bien de los discursos, era el covid-19 y sus consecuencias en la región, hay que agradecer que algunos jefes de Estado latinoamericanos mencionaron la grave crisis venezolana en ese foro. Porque, como se está diciendo en la calle ya, este país enfrenta dos pandemias, la del coronavirus y una que tiene más de 20 años chupándole la sangre a los venezolanos.
Las presentaciones fueron por orden alfabético. Y fue Iván Duque, presidente de Colombia, el primero en hablar sobre la crisis de sus hermanos venezolanos: “Es urgente que, en el caso particular de la República de Venezuela, veamos el fin de la dictadura, un llamado a elecciones libres y un gobierno de transición… No dejemos de lado la preocupación por esta crisis humanitaria y migratoria, pero también hay que ponerle fin a la causa de la misma, que es la más opresora de las dictaduras que hayamos visto en nuestra región”.
Duque lo dice con propiedad porque lo sufre, porque ha hecho esfuerzos grandes para sostener y socorrer a muchos venezolanos en la frontera y porque ahora enfrenta a la guerrilla que se resguarda en el país.
Pero también lo dijo Sebastián Piñera: “El compromiso y respeto de estos principios esenciales debiera ser una condición necesaria para integrar esta comunidad de países iberoamericanos. En consecuencia, por lo anterior instamos a la República Bolivariana de Venezuela a asumir un pleno y total compromiso con los valores de la libertad, del Estado de Derecho, la democracia y los derechos humanos”. El presidente de Chile conoce el régimen desde que el «comandante eterno» ocupaba Miraflores y también ha enfrentado la ola migratoria de los caminantes venezolanos.
Pero se lo recordó también el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, con un mensaje directo a quien hablaría después de él, la excanciller a la que no le calza ni este ni ningún otro cargo público, pues solo aspira a que los venezolanos paguen por la muerte de su padre: “…Queremos decirle en nombre de nuestro gobierno que le debe abrir las puertas, que le debe abrir la ventana urgentemente a la democracia”.
¿Y qué hizo la representante del régimen? Lo que saben hacer quienes no tienen argumentos. Descalificar, insultar. A Duque le dijo: “Es un terrible, patético facsímil del fracaso, el fracaso para garantizar la paz al pueblo de Colombia, el fracaso para erradicar los cultivos de la droga”. Lo que llaman en psiquiatría una proyección; si no entiende, que se lo explique su hermano.
La representante del régimen nada tiene que decir. Ni siquiera sobre el tema que los ocupaba, la pandemia, porque se sabe mundialmente que manipulan los números y están muy lejos de garantizar la vacuna a los ciudadanos. Mucho menos de democracia, aunque la funcionaria se llene la boca exigiendo respeto para su jefe “electo” para ese cargo por el pueblo. Debe ser que cree que a los venezolanos se les ha olvidado que Chávez dejó al usurpador de Miraflores como sucesor “desde el fondo de su corazón” y el TSJ lo refrendó.
Editorial de El Nacional