El líder opositor asegura que España es un buen lugar para luchar por la libertad y confía en que Biden colabore con la Unión Europea en una transición dialogada en el país sudamericano
El líder opositor Leopoldo López (Caracas, 49 años) ha pasado su primer mes en Madrid entrevistándose con líderes de todo el arco político español, a excepción del vicepresidente y dirigente de Podemos, Pablo Iglesias, y manteniendo reuniones con los diferentes sectores de la diáspora venezolana en el país. “España es un gran lugar para luchar por la libertad”, asegura, feliz de poder disfrutar de las libertades democráticas tras haber pasado tres años en la prisión militar de Ramo Verde, dos en arresto domiciliario y unos 18 meses en la Embajada de España en Caracas, de la que escapó el pasado 25 de octubre. “Uno no sabe lo que es la libertad hasta que la pierde. Yo me di cuenta de lo que significaba ser libre cuando estuve preso”.
De sus citas con los políticos españoles, destaca la entrevista “larga, sincera y muy buena“ con el presidente Pedro Sánchez, a quien vio “comprometido” con la causa venezolana que, en su opinión, “no solo es una tragedia política, sino humana”. A Iglesias no ha dudado en mandarle un recado: “Aquellos que se alinean con el presidente Nicolás Maduro y que presumen de conocer bien Venezuela, les recomendaría que se leyeran el informe de Michelle Bachelet [Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU] sobre Venezuela”, en el que se denuncian los abusos y la represión del régimen de Caracas.
“Maduro es un criminal”, afirma López, y las elecciones que están convocadas para el 6 de diciembre por su Gobierno “no van a ser reconocidas ni por Europa ni por España ni por nadie”. Voluntad Popular, el partido de López y del presidente interino Juan Guaidó, así como la mayoría de las fuerzas antichavistas, han decidido boicotear esos comicios y convocar una consulta popular para el 12 de diciembre. López invoca la unidad del frente opositor “que es lo que siempre ha querido reventar el régimen de Maduro”.
López confía en que la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca suponga un cambio en la situación venezolana en el sentido de que coopere con la Unión Europea, de caminar hacia una transición negociada en la que podrían participar quienes no tengan las manos manchadas por la represión. “Ahora tiene que haber una línea roja para excluir a quienes han sido violadores de derechos humanos. Sí creo que una transición debe ser incluyente para permitir la estabilidad y llevar al país a unas elecciones”.
“Vamos a mantener la lucha y vamos a arriesgar hasta el final. Venezuela no es un tema de derechas o de izquierdas. Es de democracia”.