El arte venezolano se destacó en uno de los escenarios más codiciados del arte urbano mundial. Durante la Semana de Art Basel Miami Beach 2025, un mural realizado por los barquisimetanos Ramón Nieves y Jesser Escobar se convirtió en símbolo de identidad y orgullo en el Wynwood Art District.
La obra, realizada por Ramón Nieves y Jesser Escobar, formados en la Escuela de Arte Martín Tovar y Tovar de Barquisimeto, se establece como un reflejo de años de disciplina, sueños y persistencia. Su presencia en Wynwood no es solo un logro estético, sino también un acto de reivindicación cultural para la diáspora venezolana.
El proyecto fue posible gracias a la gestión de Roberto Vanta y al respaldo de Wynwood y Wynwood Buggies, quienes abrieron las puertas a un talento que comenzó pintando muros en Barquisimeto y que ahora se proyecta en la vitrina internacional del arte urbano.
Para los artistas, la experiencia significó la materialización de una aspiración de larga data: dejar huella en uno de los epicentros del arte urbano global. La oportunidad fue recibida por ambos con asombro y gratitud, como un reconocimiento a la constancia y a la fidelidad hacia sus raíces larenses.
La intervención muralística se planteó como un homenaje a la cultura crepuscular y a la naturaleza árida de Quíbor. La propuesta contó con la colaboración del grafitero Elías Castellano, también oriundo de Barquisimeto y radicado en Florida, quien ha consolidado una trayectoria destacada en la escena artística local.
Castellano, conocido por haber trabajado incluso en residencias de figuras del entretenimiento como el cantante Arcángel, aportó su visión para reforzar el carácter simbólico de la pieza, que buscaba ser más que un mural: un manifiesto visual de identidad.
El resultado fue una composición vibrante que se centra en una palabra profundamente arraigada en el habla larense: «¡Naguará!». Convertida en tipografía monumental, la expresión se transformó en bandera cultural y en puente emocional entre quienes habitan Lara y quienes la evocan desde la distancia.
Las letras, trabajadas con un degradado que transita del amarillo al rojo, transmiten energía y dinamismo. Cada trazo refleja la precisión adquirida en años de práctica, trasladando la minuciosidad del tatuaje a la escala del muralismo.
A los lados de la tipografía emergen personajes que aportan humor y simbolismo. A la derecha, un cactus antropomórfico de verde brillante, coronado con un sombrero pajizo, evoca la aridez de Quíbor. En el extremo opuesto, una criatura blanca de formas orgánicas equilibra la composición, sugiriendo la dualidad entre lo árido y lo onírico. El conjunto descansa sobre un fondo dramático de púrpuras y magentas, con efectos de spray que revelan dominio técnico.
Para los artistas, significó reencontrarse con la esencia juvenil del grafiti y con la necesidad de dialogar con colegas en un espacio de reconocimiento mundial. En Wynwood, donde cada muro compite por atención, este mural se distingue por su capacidad de narrar una historia colectiva. Es una expresión de orgullo venezolano que se suma al mapa cultural de Miami y que promete convertirse en punto de encuentro para larenses y venezolanos en el exilio.
NOTA DE PRENSA












