No pocas novelas y películas policiales tienen como centro narrativo la desaparición misteriosa de un individuo. Es ciertamente un buen enigma. Ahora bien, es una inigualable intriga cuando desaparece uno de los hombres más poderosos de un país, acusado y detenido, y nadie ni nada da indicios de su paradero.
La anécdota es así: el desaparecido en la niebla manejaba nada menos que el petróleo de la nación, la mermada fuente monetaria mayor de la enclenque economía de una dictadura feroz e inepta a más no poder. Parecía uno de los mandones más sólidos e intocables, tanto por su prolongada y estelar presencia nacional como por sus contactos con países y empresas delincuenciales conectadas a nuestra economía. De repente el gobierno, el suyo, el que lo había encumbrado durante decenios, detecta un robo de decenas de miles de millones de dólares en sus predios, dirigido por él, y se detienen casi setenta funcionarios, muchos de alto rango. Pero él, el padrino, el capo, desaparece, lo borran, el gobierno ni lo nombra. El tiempo pasa, mucho. Original guion, como verán los aficionados al género.
La opinión pública especula, el silencio es tal que toda imaginación es permitida. Lo más repetido es que está en una lujosa quinta de Fuerte Tiuna. Otros, más osados, lo hacen en Irán fumando un narguile. O en alguna playa cubana con salsa de fondo. Todo es posible. Pero la verdadera pregunta no es tanto su paradero, sino el significado de ese silencio gubernamental particularmente incoherente. Se dirá que el robo de altos funcionarios y su impunidad ha sido moneda corriente en esta interminable tiranía, como sabe la opinión nacional e internacional.
De acuerdo, pero nunca se encanó una banda completa y no a su jefe, igualmente señalado. Pareciera interrogante para sabuesos muy experimentados o politólogos doctorados. Nosotros oímos repetir que eran tales sus vínculos internacionales que estos impiden su exhibición al mundo y que lo que sabe y podría gritar haría tambalear el gobierno y hasta algunos compinches internacionales.
Pero esta culebra sin cabeza no solo es un oprobio a la mera lógica de los despreciados ciudadanos que leen la prensa, sino que debe inquietar a los servicios secretos internacionales, amén de los amantes de intrigas y suspensos. ¿Dónde está Tareck?, ¿Por qué lo esconden? Si alguien tiene alguna información seria al respecto, agradeceríamos comunicarse con nosotros, por pura curiosidad periodística.
Editorial de El Nacional