El maestro Pedro Castillo jurará el miércoles el cargo como presidente del Perú aupado por la mitad de la población y rechazado por la otra mitad del país, a juzgar por los números del recuento de votos que le dieron una ajustada victoria en los comicios del 6 de junio, cuya validación tardó más de mes y medio en ser anunciada.
El político de izquierda se estrenará en la silla presidencial el mismo día en que Perú celebra el bicentenario de la independencia de España, y cuando en el país los estragos dejados por la pandemia de COVID-19 cuentan a la fecha más de 195.243 fallecidos, según recuentos oficiales, y con una economía postrada.
Castillo encaminará su mandato en un país dividido y polarizado, con solo 37 escaños del Congreso Nacional del Perú ganados por su formación política Perú Libre, más 5 de Juntos por Perú, de tendencia claramente de izquierda; con lo que estaría lejos de tener control de los 130 escaños del legislativo que en principio logran mayoría opositora al sumar todas las fuerzas de derecha que sesionan en el hemiciclo.
Las expectativas sobre lo que traería el mandato de Castillo al país andino han generado mucha incertidumbre tanto dentro como fuera del Perú, comenta a la Voz de América desde Washington DC Michael Shifter, presidente del think tank Diálogo Interamericano y conocedor del quehacer político en ese país.
“Castillo es un fenómeno único. No hemos tenido nada parecido en la historia de América Latina, ha habido algunos outsiders que vienen de fuera de los partidos, pero nada parecido a él, que es realmente un campesino que no ha tenido ningún contacto con los grupos económicos y políticos que están en Lima y que han gobernado al país. Es totalmente un outsider”, explica Shifter a VOA.
Con ello agrega que el país ha dado un “salto al vacío”, pero que nada se puede adelantar mientras no se estructure todo el gobierno y se vean las primeras acciones del mandatario cuya experiencia laboral ha sido la enseñanza en escuelas rurales, lejos de la capital.
Sin embargo, este experto de uno de los centros de análisis que miden el pulso político, económico y social a la región desde Washington DC, agrega que al menos algunos de los mensajes que ha venido lanzando Castillo antes de asumir la presidencia podrían tranquilizar; sobre todo el haber bajado el tono de sus interlocuciones como candidato, y que ahora como presidente electo ha mesurado, en especial sobre el tema económico.
“Hay señales alentadoras y hay otras señales no tan alentadoras que preocupan porque nadie tiene seguridad de lo que va pasar con esa administración”, dice Shifter
Al enumerar las señales alentadoras y las que preocupan, comenta que la primera comienza a despejarse con las voces de los que serían parte de su gabinete económico que han dicho que Perú mantendrá el sistema y generará confianza para inversionistas y trabajará en coordinación con los organismos multilaterales.
Pero en el lado negativo Shifter apunta a la estrecha relación de Castillo con el exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón, quien está señalado en actos de corrupción, además de sostener unas posturas mucho más radicales y extremistas y al que se considera dueño del partido Perú Libre.
Panorámica del Perú en la lente de América Latina
Visto el resultado electoral del Perú y los desafíos internos que enfrentará el nuevo gobierno de Pedro Castillo; con un país de muchas demandas en los órdenes económico, político y social, el nuevo mandatario deberá gobernar con mucho pulso y sin descuidar la negociación y la participación de todos los sectores, opina la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla.
Ella sostiene que los cambios y las alternancias democráticas ya son una constante en América Latina y por lo tanto la atención debe enfocarse en fortalecer la institucionalidad y en que los nuevos mandatos se apeguen al trabajo conjunto multilateral y de cooperación entre naciones.
«Lo que uno espera es que los resultados del nuevo gobierno peruano le beneficien a la mayoría de la población» – Laura Chinchilla, expresidenta de Costa Rica.
“Lo que uno espera es que los resultados del nuevo gobierno peruano le beneficien a la mayoría de la población y que además las fuerzas de oposición y el gobierno sean capaces de construir en función de los desafíos que tiene esa nación y también que el nuevo gobierno peruano se siga apuntando al multilateralismo y al trabajo conjunto en una región que necesita un liderazgo muy fuerte”, dijo la expresidenta Chinchilla a VOA.
Pero las señales iniciales del nuevo gobierno serán la clave para empezar a despejar la incógnita y medir hacia donde apuntará la gestión agrega el vicepresidente del tanque de pensamiento en materia económica Consejo de las Américas AS/COA, de Washington DC, Eric Farnsworth.
Este experto guarda expectativas de ver a un Pedro Castillo decidido a gobernar desde el centro, como un mandatario pragmático dispuesto a tender puentes para trabajar con el Congreso del Perú en los temas posibles, y que sobre todo evite la tentación de crear nuevas asambleas para rehacer la constitución del país, como apunto en su campaña, pues eso tensaría aún más la presión política existente.
Los mensajes políticos sin duda –agrega Farnsworth- tendrían un impacto directo en el comportamiento económico el país andino, que tiene una población de 33 millones de habitantes, y con un índice de pobreza del 30% de la población este 2021 agudizado por la pandemia. Perú tuvo un retroceso de 10 puntos comparado hasta 2019, según datos oficiales.
“Castillo hereda un entorno desafiante, el COVID-19 continúa afectando al país y la economía ha sufrido mucho; pero las materias primas ofrecen la posibilidad de un repunte. El tema serán las señales que Castillo envíe a la comunidad empresarial. Si actúa demasiado rápido o muy drásticamente para imponer una nueva agenda social y política… Perú perdería el repunte de las materias primas”, explica Farnsworth a la VOA.
Si eso pasa se echaría por tierra la sólida gestión económica de sus predecesores que lograron que las inversiones se mantuvieran al margen del los vaivenes políticos y de inestabilidad experimentados por el país en los últimos cinco años, agrega el experto. Se han dado destituciones de mandatarios, encarcelamientos y cambios constantes del ejecutivo antes de llegar a la asunción de Castillo.
El riesgo para el país sudamericano es que del resultado del plan económico dependerá bajar de algún modo la presión social ya existente y que llevó a Castillo al poder, si no son atinadas, “la economía podría estancarse y exacerbar aún más las tensiones sociales que lo llevaron al poder”, puntualiza Farnsworth.
Mirada de incertidumbre desde el mundo andino
Pedro Castillo llega al poder por abanderar la conformación de “una sociedad, más equitativa, más justa y que rescate a sus hijos de la esclavitud moderna”. El presidente electo se autodefine como marxista, leninista y mariateguista, esto último por seguir los predicados del escritor y filósofo peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930), fundador del Partido Socialista Peruano; esa mezcla de postulados solo aumentan las dudas de lo que acarreará su mandato.
Ello sumado a los idearios de su formación política Perú Libre, que entre sus objetivos conocidos promueve hacer un cambio constitucional que dé un giro total al pacto social vigente en el país, y promulgue una nueva constitución que -a la vez- desmonte el modelo económico neoliberal, que a criterio del partido del mandatario electo está en la base de los problemas de pobreza y exclusión en que viven amplias franjas de su población.
No obstante, analistas como Alejandro Indacochea, desde Perú recomiendan a su compatriota Pedro Castillo que, una vez asuma la presidencia, ponga su máxima prioridad en atender la emergencia sanitaria causada por el covid y los estragos causados en la economía del país por la pandemia. Le insta a dejar de lado cualquier intento para cambiar la Carta Magna.
“La agenda no está para dedicarnos a la discusión de una ley de leyes o a cambiar la Constitución. Eso no nos va a solucionar los problemas del país. Nos va a distraer, va a concentrar en cosas que no son relevantes en este momento”, explica el economista a la Voz de América.
Por su parte el analista político Luis Benavente, director ejecutivo de la consultora Vox Pópuli, ha dicho que “Castillo era el legado de la derecha corrupta e ineficiente en el Perú”. Y agregó en diálogo con la VOA, que la clase política creó las condiciones para que el candidato de Perú Libre llegue al poder este miércoles.
Otros expertos consultados por VOA como el profesor Jorge González, catedrático de la Universidad del Pacífico puntualiza en su análisis que la incertidumbre es el común denominador del momento que vive el Perú en la antesala de la inauguración presidencial. Sostiene que las preocupaciones están sustentadas en el desconocimiento de las líneas maestras que tendrá el nuevo gobierno sobre todo en materia económica.
De por sí, según el profesor González, los peruanos han visto en el último año y medio menguados sus ingresos en un 13% comparado con el despunte que experimentaron sus finanzas hasta 2019. Y la pobreza extrema también se ha agudizado.
La gran esperanza, por ahora, es que el precio de las materias primas se mantenga al alza, como pronostican los observadores internacionales, y que esto empuje la economía mundial en el resto de este año y en 2022 y que Perú se vea favorecido.
En todo el panorama de izquierda en América Latina y las diferencias marcadas entre países y liderazgos aún está por verse en qué línea encajaría el liderazgo de Pedro Castillo.
El analista ecuatoriano Carlos Estarellas explica que sin duda las preocupaciones han traspasado las fronteras patrias peruanas y puesto en alerta a sus vecinos.
“No sería nada raro que muchos ciudadanos peruanos se trasladen al Ecuador o que muchas empresas peruanas vengan al Ecuador… se vienen días difíciles para el Perú”, vaticina Estarellas, si su vecino país entra en una escalada de hostilidades políticas.
Los analistas coinciden en que la sociedad peruana en conjunto ha desarrollado mecanismos de protección de su democracia, como ponen de manifiesto las destituciones presidenciales, la capacidad de respuesta social en protestas y la misma división a partes iguales con visiones políticas distintas del país son una salvaguarda ante el nuevo gobierno de Pedro Castillo que se inaugura en el bicentenario de la independencia.