LIGA SANTANDER | BETIS, 3 – REAL MADRID, 5
El Real, liderado por Asensio, tumba a un Betis valiente en un partido dominado por los locales en el primer tiempo y resuelto por los visitantes en el segundo acto
Sergio Ramos anota el segundo gol del Madrid. JON NAZCA REUTERS
Con este bizarro Betis los encuentros suelen ser una noria, no admiten parpadeos. En realidad, con los verdiblancos por el medio pueden jugarse muchos partidos en uno mismo. Ocurrió en su duelo con el Real Madrid, al que sometió en el primer tiempo de la misma manera que se vio anonadado en el primer trecho del segundo. Ante un gigante, el Betis aún no tiene para más. El Real Madrid, claro que sí. Pero en el Villamarín de nuevo fue un equipo ambulante. Chato hasta el descanso y explosivo después.
No hay forma de que prenda un Real Madrid regular. Este equipo es un tiro al aire, pendular, reclute a quien reclute Zinedine Zidane. En el Villamarín echó el lazo a Asensio y Lucas Vázquez, encomiables habituales desde la suplencia. Ante el Betis, tras un inicio prometedor, hasta el segundo acto ambos quedaron difuminados por el tono opaco de los madridistas tras su madrugador gol. El técnico visitante también prescindió de entrada de Benzema, pero Bale, fuera de escena casi toda la noche, fue el insustancial Benzema de las peores jornadas. El Madrid, aburguesado, no tuvo proa hasta que se vio en desventaja. Y apenas creatividad, falto de Kroos, Modric e Isco. Kovacic tiene más piernas que ingenio. Hasta el regreso del intermedio, en el Real nadie fue Joaquín, violinista y tamborilero por igual en un equipo en el que calza de maravilla a sus disimulados 36 años. Siempre tuvo arte, hoy hasta es un jabato.
El buen despegue de Asensio no tuvo carrete. Antes de dar con el juego, el Madrid ya había dado con el gol. El Betis puso de su parte. Tanto que concedió a Lucas controlar el balón en su área y echar un vistazo a Cristiano, que hacía un mundo que reclamaba la pelota. Ningún bético se dio por enterado. Adán rechazó como pudo el disparo del portugués y Asensio cazó el rebote de cabeza. El Betis no sintió la sacudida, en gran parte porque su adversario le dio vidilla.
Los de Setién, temerarios en ocasiones, tienen desparpajo. Lo mismo da que se alisten novicios como Fabián, Junior o Loren. El Betis va a lo suyo, toque a toque, paso a paso, con la pelota como elemento capital. Y así, con su atrevido estilo, logró remontar al Madrid. A un Madrid replegado a la espera de una contra imposible. Imposible por su nulo empeño por el quite, por recuperar el balón para tener salida. Ante un Real contemplativo, el cuadro local fue encadenando a su rival cerca de Keylor hasta que hizo dos bingos consecutivos. Mandi, que había tenido dos cabezazos cercanos al gol, embocó al tercero. Y en cuestión de minutos, Junior llegó al asalto, su remate no lo atajó bien Keylor, la pelota chocó en Nacho y se estampó en la red. Por supuesto, en ambas jugadas el asistente fue el ilustrado Joaquín. El mismo que había hecho volar a Keylor con una falta extraordinaria lanzada desde la otra punta de Sevilla. El partido estaba a los pies de Joaquín. Y de Fabián, que le da mucho sentido al juego. Rumbo al intermedio, el Madrid no solo se vio achicado, sino sin Marcelo, retirado con una lesión muscular a poco más de dos semanas para la cita de París.
Alguien tocó la corneta en la caseta madridista. De vuelta del intervalo emergió otro Madrid. Un equipo ya con garbo, chisposo y con la mandíbula apretada. Un Real invasivo zarandeó al Betis durante un rato, suficiente para mirar a su rival por el retrovisor. Sergio Ramos astilló el balón con un cabezazo estruendoso y una jugada supersónica de Carvajal sirvió para el 2-3 de Asensio. Nada que ver con el Madrid del primer periodo. Hasta Bale tuvo un par de pisadas, no más, eso sí. Adán le frustró en ambas cuando más escuálido estaba el Betis. Y más cuando CR, que ya tiene el volumen goleador de CR, cazó el cuarto tanto visitante con una estupenda maniobra dentro del área. Con todo, Zidane aún no lo vio claro y despachó a Bale en favor de Isco. El preparador galo no quería otro desgobierno como el del primer acto. Y con el cambio lo consiguió, aunque el Betis, meritorio, aún lograra subir de escala y amenazar a su imponente contrario con un gol de Sergio León. El duelo se abrió de nuevo hasta que en el último suspiro anotó Benzema a pase de Lucas Vázquez y evitó una congoja final para los suyos.
De un partido con tantas curvas el Madrid sacó tajada con un buen rato. Para el Betis nada mejor que advertir que con sus firmes convicciones también tuvo sus opciones ante un oponente de tanta talla. De morir, el Betis prefiere morir así, a pecho descubierto. Ante el Madrid hizo muchas cosas bien y, por momentos, también consiguió que el Real hiciera muchas mal. Pero una buena etapa del Betis es mucho menos que una buena etapa del Madrid.
El País