Como muchos otros, este extraño puente está pensado para que grandes embarcaciones puedan pasar por debajo. Pero, a diferencia de la mayoría de su tipo, no es levadizo.
La ventaja es que el tránsito no se corta nunca para aguardar el paso de los barcos. La desventaja es que tuvieron que hacerlo mucho más alto de lo común.
Así, al subirlo o bajarlo, la gente tiene la sensación de estar en una montaña rusa. Por eso, está expresamente desaconsejado que lo intenten los conductores novatos, ya que si el motor se detuviera a mitad de camino en una de las pendientes, podrían tener serios problemas.
El Eshima Ohashi tiene una extensión de 1,7 kilómetros, lo que lo convierte en el puente rígido más largo de Japón, y en el tercero a nivel mundial.
Fuente: Infobae