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El Hospital Universitario acogotado por la inseguridad

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El Hospital Universitario acogotado por la inseguridad

El sonido de la ambulancia precedía al hombre que venía en la parte trasera de la pickup, sangrando por un costado. De unos 25 años de edad, tenía la mirada perdida en un punto fijo que solo él veía. Al llegar a la puerta de la emergencia del Hospital Universitario de Caracas (HUC), salieron a atenderlo.

 

Minutos después llegó un hombre mayor con el rostro ensangrentado. También venía en la parte de atrás de una pickup policial y estaba esposado. De lo que balbuceaba se entendía que acusaba al joven que había llegado antes de intentar robarlo y se preguntaba, a grito hiriente, que por qué, si él era la víctima, lo tenían detenido, reseñó Últimas Noticias.

 

Es viernes de quincena; “si se queda, va a poder ver lo que es bueno”, asegura un trabajador en la puerta. Cerca de la medianoche, terminaban la guardia un par de residentes de neurocirugía (estudiantes del posgrado). Es una especialización larga. Pasan 5 años asistiendo diariamente a la emergencia del HUC. Entran a trabajar a las siete de la mañana y no saben cuándo salen.

 

La descripción de sus días es todo menos aburrida. “Trabajar aquí es un deporte extremo. Los pacientes llegan armados; los familiares te amenazan si no pasa lo que ellos quieren. Y somos los que pagamos todo porque somos los que damos la cara”, asevera Franklin Flautes a la vez que recuerda su experiencia más traumática. “Llegaron dos bandas enfrentadas a la emergencia y se cayeron a tiros ahí. A mí me tocó tirarme en el piso como 20 minutos, estaba aterrorizado”.

 

Floriselda Rubio, en cambio, tiene miedo todos los días. Los ascensores no sirven, algunos pisos no tienen iluminación y a veces están desiertos. La han perseguido e insultado. Siente que cada día se pierde más el respeto hacia el profesional. “Ahora la gente está más agresiva que nunca; por cualquier cosa sacan un arma”. Los vigilantes denuncian que falta personal, y aunque no están armados, prefieren permanecer así. No quieren correr más riesgos.

 

Afuera seguían los gritos del hombre mayor. Al final no lo vio ningún médico y los policías se lo llevaron. Lo último que dijo fue: “Ya los pacos me han ‘rompío’ dos veces los brazos, qué arrechera, pana”. Algunos trabajadores, que no quisieron ser identificados, conversaban. “Yo tengo más de 20 años trabajando aquí y nunca habíamos visto tal escasez de insumos médicos. Es que no hay nada y llegan casos de balas a cada rato”.

 

Diario de Caracas

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