El gen de la obesidad según la ciencia

El gen de la obesidad según la ciencia

Hay cambios genéticos en nuestro ADN que explican, en parte, la obesidad. Los científicos siguen estudiando el tema para encontrar más respuestas. En este artículo te explicamos cuáles son los avances y cómo inciden en el tratamiento y la prevención de la obesidad.

 

 

 

 

 

Históricamente podríamos decir que la historia del gen de la obesidad se remonta al año 1962. El científico en cuestión es el genetista James Neel, quien postuló una hipótesis al respecto, la cual se sigue discutiendo hasta el día de hoy.

 

 

 

 

 

James Neel se preguntaba por qué una enfermedad asociada principalmente a la obesidad, como la diabetes, se había perpetuado en el tiempo. Lo lógico hubiese sido que los humanos con dicho padecimiento no se fueran incrementando a lo largo de la historia de la humanidad.

 

 

 

 

 

Para explicar por qué la diabetes continuó y cada vez hay más afectados propuso la existencia de un gen. Este gen serviría a la especie humana para superar las etapas de hambrunas, que eran frecuentes en la prehistoria. A través del ‘gen ahorrador’ los humanos acumularían grasa extra para sobrevivir en las épocas de carestía.

 

 

 

 

 

Según James Neel, este gen de la obesidad tenía sentido en esos momentos de la humanidad. Al evolucionar la historia, y cada vez presentarse menos etapas de hambre generalizada en el mundo, la acumulación de grasa se volvió obesidad y también mayor frecuencia de diabetes.

 

 

 

 

 

Lo que fue una ventaja para nuestros antepasados, y la posibilidad de sobrevivencia, hoy es una desventaja en un mundo cada vez más urbanizado, más sedentario y con mayor disponibilidad de comidas ricas en grasas y azúcares.

 

 

 

 

 

El problema de la obesidad

 

 

 

 

 

 


La obesidad es un gran problema global. Se habla de una pandemia, o sea, una epidemia que se dispersa por todo el mundo, superando fronteras geográficas.

 

 

 

 

 

Se la cataloga como una enfermedad crónica. La base para su definición es el exceso de tejido graso en el cuerpo. La medida que utilizan los médicos para determinar la obesidad es el índice de masa corporal (IMC). El IMC se calcula con una fórmula que divide el peso corporal en kilogramos sobre la altura en metros al cuadrado.

 

 

 

 

 

Estadísticamente, el 22 % de la población adulta del mundo padece obesidad. Algunos cálculos son mayores y estiman que un tercio del mundo es obeso, o al menos posee un problema de sobrepeso.

 

 

 

 

 

 

No sólo se trata de una situación estética, ni mucho menos. De ahí la importancia de localizar algo como el gen de la obesidad. La obesidad se asocia a otras enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial, además de afectar a la calidad de vida provocando:

 

 

 

 

 

 

Aislamiento social.
Depresión.
Problemas sexuales.
Dificultades en el trabajo.

 

 

 

 

 

 

 

El descubrimiento actual sobre el gen de la obesidad

 

 

 

 

 

 

 

 


En el año 2007 se llegó a un nuevo descubrimiento sobre el gen de la obesidad. Los científicos identificaron al gen FTO como asociado a la obesidad. Los experimentos demostraron que, si dicho gen se encuentra defectuoso, el cuerpo tiende a almacenar más la energía que a utilizarla y quemarla.

 

 

 

 

Sin embargo, el problema genético no explica a todas las obesidades de todas las personas. Aproximadamente el 44 % de los europeos lo portan; ni siquiera la mitad.

 

 

 

 

 

Otros estudios recientes explicaron más en detalle cómo el gen de la obesidad altera los niveles de una hormona corporal llamada ghrelina, mejor conocida como la hormona del hambre. Si el gen FTO está alterado, la ghrelina sobreactúa haciendo más apetecibles las comidas de alto tenor graso.

 

 

 

 

¿Se puede revertir la genética?

 

 

 

 

 


Los estudios científicos también coinciden en algo: el gen de la obesidad no es el único factor que interviene. El estilo de vida es más preponderante para determinar la obesidad, entre otras cosas. Y además, el estilo de vida sí es modificable.

 

 

 

Estos son algunos puntos que podemos tener en cuenta para combatir a la genética desde aquello sobre lo que tenemos control:

 

 

 

 

Ejercicio: sigue vigente la recomendación de realizar más de 150 minutos semanales de actividad física. Además de prevenir la obesidad, el ejercicio contribuye a evitar otras enfermedades crónicas no transmisibles.

 

 

 

 

 

Alimentación saludable: es fundamental llevar una dieta balanceada, variada y con el contenido calórico adecuado para la actividad física que se realice. Se deberían evitar los alimentos de alto contenido graso y los azucarados en extremo.

 

 

 

 

 

Control del peso: sin obsesionarse, pesarse de vez en cuando ayuda a conocer el comportamiento corporal para hacer las modificaciones necesarias.

 

 

 

 

 

Constancia: los cambios en el estilo de vida deben perdurar en el tiempo. La persistencia con el ejercicio y con la dieta saludable otorga resultados a corto, medio y largo plazo.

 

 

 

 


En conclusión

 

 

 

La genética seguirá investigando, pero estamos lejos todavía de fármacos que logren regular el gen FTO y la hormona ghrelina. El gen de la obesidad existe. Sin embargo no es el único determinante del sobrepreso de una persona. El estilo de vida, los hábitos de ejercicio y la dieta saludable son los verdaderos pilares de prevención y de tratamiento de la obesidad.

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Mejor con Salud

 

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