El futuro de Venezuela sin Chávez

El futuro de Venezuela sin Chávez

Hugo Chávez murió, pero el chavismo está vivo. Una nueva élite política se instaló en el poder y lo hizo para quedarse.

 

Aunque tarde, el Presidente preparó su propio escenario póstumo. Antes de partir a su último viaje a La Habana, Chávez nombró a un sucesor: Nicolás Maduro, ex sindicalista con fama der ser conciliador, además de socialista y leal al Presidente.

 

Una vez más se comprobó que las palabras de Chávez pesan más que la Constitución: diferente a lo estipulado por la Carta Magna del Bolivarianismo fue el Vicepresidente Maduro -y no el Presidente del Parlamento, Diosdado Cabello- quien asumió el poder en el período anterior a las elecciones que tendrán que ser convocadas en un plazo de 30 días.

 

Reproduciendo una larga tradición latinoamericana, durante este proceso, los militares, después de varias «limpiezas» fieles al Chavismo, serán el principal árbitro y garante de orden.

 

Si el oficialismo respeta sus propias reglas, se convocarán elecciones en abril.

 

En una nación afligida por la desaparición de su líder, la recomendación de Chávez, «tenéis que elegir a Nicolás Maduro», surtirá efecto. Sus votantes respetarán esta última voluntad de su Presidente. Apenas cinco meses después de las elecciones, es poco probable que gane la oposición que, midiendo por el reconciliador mensaje de su candidato principal, Henrique Capriles, no aprovechará el momento para atacar a sus adversarios.

 

Las mayores incertidumbres se crearán después de las elecciones y una posible victoria del chavismo. La mitificación de la figura del gran líder servirá durante un tiempo para mantener viva la denominada Revolución Bolivariana.

 

Como su ídolo, Simón Bolívar, Hugo Chávez murió joven y, como él, se convirtió en autoritario que reprimió y atacó sus adversarios. Sin embargo, idolatrar a Chávez no será suficiente para mantener unido el movimiento bolivariano cuya única razón de ser ha sido, hasta ahora, apoyar al Presidente y su proyecto político.

 

Y con la teoría de la conspiración del envenenamiento de Chávez, lanzado por Maduro, se distrae a los ciudadanos y se gana tiempo, pero tampoco es una estrategia a largo plazo. Desprovisto de su máxima figura, sus sucesores tendrán que llenar el vacío programático y personal que deja Chávez.

Fuente: El mundo

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