En una conferencia de prensa durante la cual lloró, el diputado brasileño Eduardo Cunha, uno de los cerebros del impeachment contra la suspendida Presidenta Dilma Rousseff, presentó su renuncia como jefe de la Cámara Baja (pero no a su escaño), asfixiado por acusaciones de corrupción y abandonado por sus aliados.
Considerado el político más impopular de Brasil y comparado con Frank Underwood, el maquiavélico personaje de la serie “House of Cards”, Cunha dijo ser víctima de una persecución política y afirmó que su gestión “jamás será olvidada”. “Es público y notorio que la Casa (Cámara de Diputados) está acéfala, fruto de un interinato bizarro, que no se condice con lo que el país espera del nuevo tiempo tras la suspensión de la Presidenta de la República, y solo mi renuncia podrá poner fin a esa inestabilidad”, afirmó Cunha al leer su dimisión con ojos enrojecidos y la voz quebrada.
“Estoy pagando un alto precio por haber dado inicio al impeachment. La principal causa de mi alejamiento reside en ese proceso de impeachment”, aseguró el político del PMDB, partido al que también pertenece el Presidente interino Michel Temer. “La historia hará justicia al coraje que tuvo la Cámara de Diputados bajo mi conducción, de abrir el proceso de impeachment que terminó con el alejamiento de la Presidenta, sacando al país del caos”, señaló, antes de retirarse sin responder preguntas.
Cunha es el único legislador en funciones que ha sido acusado de corrupción por el Supremo Tribunal Federal (STF) en el escándalo de sobornos en Petrobras. El político había sido separado de su cargo interinamente el 5 de mayo por el máximo tribunal, en razón de dos procesos en esta causa. El último de ellos fue abierto por el STF recientemente a raíz de las evidencias de que cobró millones de dólares de sobornos y los escondió en cuentas de bancos suizos. Incluso, su propia esposa y una de sus hijas son investigadas para determinar si se apropiaron de dinero público.
Paralelamente la Comisión de Etica de Diputados lo encontró culpable de haber mentido ante el Legislativo, cuando aseguró no tener cuentas en el extranjero. Se prevé que el pleno de la Cámara lo expulse a mediados de julio.
En ese sentido, el diputado Alessandro Molón, del partido de la líder ambientalista Marina Silva, advirtió ayer que Cunha no dejará de “hacer maniobras sucias” para mantener su fuero parlamentario y evitar terminar preso por el “Petrolão”. Ahora hay “que trabajar para que pierda los fueros”, aseguró Molón, miembro del bloque de Red de Solidaridad. Si Cunha deja de ser diputado será procesado por el juez anticorrupción Sergio Moro, a cargo de la causa “Lava Jato”. Por lo pronto, la causa está en el STF porque goza de fuero.
La renuncia de Cunha a la presidencia de la Cámara Baja obligará a convocar nuevas elecciones para ese cargo, que desde su suspensión está en manos del diputado Waldir Maranhão, quien es rechazado por la gran mayoría de los parlamentarios. Según el diario Folha de Sao Paulo, Maranhão fijó la votación para el próximo jueves.
A juicio del diario O Estado de Sao Paulo, la salida de Cunha “representa, en la práctica, el retiro de una piedra más en el zapato del Presidente en ejercicio, Michel Temer, que apuesta a la destitución definitiva de Rousseff”. La votación final del impeachment está prevista para fines de agosto, después de los JJ.OO.
Para el columnista de Folha de Sao Paulo, Clóvis Rossi, la renuncia de Cunha “no cambia nada”, porque a su juicio ya era un “cadáver político”, según comentó a La Tercera. En cambio, el analista Luis Nassif dijo a este medio que su dimisión al cargo “acentúa” la crisis política, porque es “pieza central en el esquema de poder que tomó el gobierno”. En todo caso, aclara que Cunha “perdió toda la base de apoyo”.
Y respecto al efecto en el PMDB, Nassif dijo que la colectividad de Cunha “no tiene la menor posibilidad de convertirse en un partido hegemónico en elecciones directas”. Rossi, por su parte, señaló que el impacto en el PMDB “sólo se puede saber con base en encuestas”.
La Tercera