El fin de la “Venezuela se arregló” y los recuerdos de una crisis que muchos temen repetir

El fin de la “Venezuela se arregló” y los recuerdos de una crisis que muchos temen repetir

La frase “Venezuela se arregló” se popularizó en redes sociales aproximadamente a mediados de 2021, cuando el país mostró señales de alivio. En aquel momento, aunque los servicios públicos como electricidad, agua y gas se mantenían en declive, con algunas regiones siendo más afectadas que otras, el Producto Interno Bruto (PIB) reflejó una leve recuperación, hubo mayor actividad comercial, abastecimiento pleno y un modesto repunte del consumo.

Esa expresión, cuatro años después, parece ser un lejano recuerdo en medio de reportes de inflación, crisis en el transporte público o el drama de ciudadanos que no tienen acceso a medicinas o recursos para asistir a centros de salud. Son decenas de historias ciudadanas que recuerdan a la crisis vivida entre los años 2015 y 2017, cuando muchas personas perdieron peso o las cifras de la migración venezolana se dispararon en todo el continente.

Tras ese periodo de cierta estabilidad, el dólar oficial volvió a escalar con fuerza y arrastró a todos los precios, reactivando el temor a un posible retorno de la hiperinflación. “Me aterra volver a llegar al extremo de tener que vender las pocas prendas de oro que me quedan para poder comer, como hice en 2017”, confesó una ciudadana.

El economista Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), explicó en entrevista con Radio Fe y Alegría Noticias que, tras un período de relativa estabilidad entre 30 y 35 bolívares, el tipo de cambio oficial del Banco Central de Venezuela (BCV) comenzó a aumentar de forma vertiginosa entre septiembre y octubre de 2024. Desde entonces, su valor podría haberse multiplicado por siete u ocho.

“Estamos hablando de un crecimiento verdaderamente exponencial que ha roto con toda la política monetaria de sobrevaluación del tipo de cambio, basada en una restricción salarial, financiera y crediticia muy dura, que se impuso para tratar de evitar que los empresarios privados pudieran tener acceso a crédito, financiamiento y dinero fresco. Eso pone a la economía nacional en una desventaja muy grande y dificulta mucho su funcionamiento”, detalló.

El especialista señaló que el tipo de cambio refleja, en gran medida, los síntomas de una economía enferma, debido a que el país carece de un plan económico claro, de objetivos y metas definidas, y a que es víctima de las circunstancias y coyunturas políticas extremas que puedan presentarse en momentos determinados.

“Cuando hay que gastar mucho, el gobierno emite dinero sin respaldo; eso presiona el tipo de cambio y hace que se deprecie drásticamente”, advirtió. 

Menos de un dólar y bonos que no alcanzan 

El salario mínimo en Venezuela —base para calcular prestaciones como vacaciones, liquidaciones y utilidades— permanece fijado en 130 bolívares desde marzo de 2022. En ese momento equivalía a cerca de 30 dólares mensuales, pero hoy su valor está por debajo de 1 dólar, al igual que la pensión que reciben los adultos mayores.

A este ingreso se suman los bonos que otorga el gobierno: uno de alimentación por 40 dólares; y el llamado “bono de guerra económica” de 120 dólares.

No obstante, estos montos siguen siendo insuficientes frente al costo de la vida. De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), un venezolano necesitó 106,3 dólares en septiembre solo para cubrir gastos básicos de alimentación. Para una familia de cinco miembros, la canasta alimentaria se ubicó en 531,57 dólares.

Sutherland estimó que el consumo representa cerca del 60 % del PIB y consideró que, si este no crece o disminuye, es poco probable que la economía se expanda, incluso si el PIB petrolero aumenta. En ese escenario, ve muy probable que los salarios continúen estancados.

La imposibilidad de que buena parte de la población cubra sus necesidades básicas no solo limita su capacidad de consumo, sino que abre la puerta a problemáticas mucho más graves que afectan especialmente a los sectores más vulnerables.

Cáritas Venezuela advirtió que, de acuerdo con un estudio reciente, el 29,5 % de los niños evaluados presenta desnutrición aguda o riesgo de padecerla, una situación que compromete seriamente el desarrollo físico y cognitivo de la infancia.

A ello se suma el aumento de ofertas laborales engañosas que terminan en explotación, como alertó Gabriela Buada, directora de la ONG Caleidoscopio Humano, quien señaló que las víctimas son captadas para trabajo sexual, explotación laboral, minería ilegal, mendicidad forzada, producción de contenido sexual e incluso extracción de órganos.

Buscando “rendir la plata” 

El joven Daniel Marín comentó a Radio Fe y Alegría Noticias que ha tenido que ingeniárselas para abaratar sus compras, sustituyendo la carne por pollo, que es más económico, y en ocasiones recurriendo también a embutidos para mantener cierto equilibrio en su dieta.

Aunque no ha dejado de consumir carne porque la considera necesaria, el alto precio —entre 16 y 20 dólares por kilo— la convierte en un producto difícil de costear.

Solo en proteínas, aseguró que puede gastar entre 50 y 60 dólares, una cifra elevada en comparación con los ingresos promedio, tanto en el sector público como en el privado.

Nota completa en Radio Fe y Alegría 

 

 

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