No hallan ya a qué animal echarle la culpa, así que el vicepresidente ministro ahora habla de una sequía que afecta la represa de Uribante y, ¿cuándo no?, de un enésimo ataque. La novedad es el anuncio de un Plan de Administración de Carga para cambiarle la cara al consabido racionamiento eléctrico que existe desde que Hugo Chávez estaba vivo.
No hay explicación lógica de por qué el gobierno chavista ha sido tan ineficiente a la hora de resolver un problema que afecta a todo el país, incluida la capital. Esta es una de las razones por las cuales no hay manera de que los 18 motores que inventó Nicolás Maduro para “recuperar” económicamente a Venezuela al menos arranquen. ¿Quién produce sin electricidad?
El país está paralizado, sin este servicio no hay escuela que reanude las clases de “manera presencial”, como anunció el supuesto superhéroe de Miraflores; tampoco hay manera de que los hospitales estén en capacidad de atender a los enfermos. Lo que puede funcionar son los bodegones, los que han proliferado y tomado como imagen de la tan vociferada “normalización” que no soporta ningún análisis económico riguroso.
Uno de los estados más afectados, Zulia, en donde queda la segunda ciudad más grande de Venezuela, sufre los estragos de cortes de electricidad cada dos por tres. No hay plan ni aviso, sencillamente se quedan a oscuras. Pero para esto, el ministro insiste: “Grupos delictivos han vandalizado equipos de la Subestación Lagunillas, ocasionando afectación del servicio eléctrico a varios sectores”. No hay manera de que se le crea ya este cuento. ¿Son tan ineptos que ni siquiera pueden poner presos a los malandros que destruyen las instalaciones? ¿No se supone que están fuertemente resguardadas por militares?
Este es un problema que Maduro heredó de su padre político y que se ha encargado de empeorar, cosa que parece ser su especialidad. En su momento Hugo Chávez comenzó a comprar centrales termoeléctricas para suplir la baja de megavatios del Guri; sin embargo, al parecer tampoco les dieron mantenimiento a estas instalaciones y por eso tampoco pueden generar lo necesario. ¿Se lo habrán impedido los mismos grupos delictivos?
El drama del occidente del país es real. En el estado Táchira pasan hasta 10 horas sin el servicio. Tampoco las plantas eléctricas instaladas en Barinas están operativas. Lo mismo ocurre en Lara. Pero aunque el occidente pareciera ahora el más afectado, muchos temen que pronto se repita un apagón general como el de 2019.
Frente a todo esto, la respuesta del gobierno chavista es administrar los cortes de electricidad, en vez de ponerse seriamente a planificar el mantenimiento de las plantas eléctricas y de las represas que construyó la democracia. Eso demuestra lo poco que les interesa el país y su gente. Tal parece que mientras haya iguanas, siempre encontrarán una excusa.
Editorial de El Nacional