Mientras unos argumentan que la decisión de la actriz Angelina Jolie de extirparse los senos y ovarios por tener un 87% de probabilidades de heredar el cáncer de seno generó pánico e hizo que pacientes sin antecedentes quisieran realizarse una prueba genética, otros piensan que ayudó a que las mujeres tomaran conciencia de la enfermedad y se incentivara la prevención.
Para los especialistas, es importante ver el tema con matices. Desde 2013, año en que la actriz anunció su decisión de someterse a la intervención quirúrgica, las consultas con motivos preventivos se han incrementado. Por ejemplo, un estudio publicado por Breast Cancer Research señala que en el Reino Unido las consultas por este motivo realizadas durante 2013 duplicaron las de 2012.
Sin embargo, para José Fernando Robledo, cirujano especialista en cáncer de seno del Centro de Enfermedades Mamarias, si bien el “efecto Angelina” ha contribuido a generar conciencia, también hace que se tomen decisiones apresuradas y sin la información necesaria. “Se observa un incremento en la práctica de mastectomías bilaterales, cuando la mujer sólo tiene un tumor en uno de los senos. Porque ella se mandó a quitar los dos, las personas creen que eso es lo correcto. Es un efecto perverso de la publicidad”, señala.
La actriz de Hollywood decidió someterse a un examen genético que permite saber si hay un fallo en los genes de protección BRCA 1 o 2. “Todos tenemos estos genes, que continuamente arreglan los daños a los que las células del cuerpo se ven sometidas. Si presentan una alteración, se acumulan fallos y desarrollan enfermedades como el cáncer, no sólo de seno sino de ovario. La probabilidad de que una persona con esta alteración desarrolle la enfermedad puede llegar a ser del 90%”, dice Jenny Rodríguez, asesora genética en cáncer y alto riesgo del Centro de Oncología de la Clínica del Country.
Rodríguez y Robledo concuerdan en que en Colombia las consultas y las mamografías han aumentado y seguramente el efecto Angelina tiene parte de responsabilidad. Además consideran que la concientización sobre el tema se refleja en las cifras que muestran que en el país se han duplicado los casos de mujeres con cáncer de seno. Hace 30 años se registraban al año 20 casos por cada 100.000 mujeres. Hoy la cifra es de 40 casos, asegura el especialista Robledo.
Pero la posibilidad de que una persona con cáncer haya desarrollado la enfermedad por estas causas genéticas es sólo del 5% al 10%, y aunque no hay una causa única que explique el 90% restante, los especialistas aseguran que las razones están altamente relacionadas con los estilos de vida.
La poca probabilidad de que las causas sean hereditarias hace innecesario que todas las mujeres se practiquen un estudio genético, y es en este punto que se critica el efecto Angelina. Las personas deben tener claro que el análisis es necesario sólo por condiciones muy específicas: cuando varios miembros de la familia tienen cáncer de seno o de ovario, o cuando una misma persona tiene estos dos tipos de cáncer; cuando hay parientes con cáncer antes de los 45 años o tiene la enfermedad en los dos senos o cuando un familiar hombre tienen cáncer de mama.
La persona a la que se le decide hacer este estudio genético es generalmente la más joven de la familia que presente alguna de las situaciones anteriores. En Colombia se toman las muestras de sangre que posteriormente se envían a Estados Unidos para realizar el estudio de mutaciones completas.
Aunque hace ocho años la Universidad Javeriana desarrolló un método para analizar los daños puntuales en los genes BRCA, no se considera una técnica completa pues sólo detecta cinco daños posibles del gen. El examen tradicional puede detectar 19.800. “Del Centro de Oncología hemos enviado 160 estudios en los últimos dos años. Sólo 16 han presentado mutaciones y 14 de ellos sólo pudieron detectarse en Estados Unidos”, señala Rodríguez.
Gracias a estos exámenes genéticos las personas puedan prevenir la enfermedad y tomar una decisión: practicarse una cirugía o someterse a controles constantes y estrictos, añade la experta.
“A pesar de su alto costo (aproximadamente US$3.500), el estudio trae importantes beneficios para los pacientes. Prevenir el desarrollo de la enfermedad es sin duda menos costoso que el tratamiento, y sobre todo provee una mayor esperanza de vida a quienes pueden llegar a padecerla. Por ello, aunque en Colombia aún hace falta un grupo con el conocimiento necesario para desarrollar el estudio, pronto tendremos que comenzar a hacerlo, pues hay un creciente interés en ello y es realmente importante”, dice Robledo.
Fuente: El Espectador