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El día que la muerte venció al fútbol en Colombia: 20 años del asesinato de Andrés Escobar

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El día que la muerte venció al fútbol en Colombia: 20 años del asesinato de Andrés Escobar

Aún a 20 años del asesinato de Andrés Escobar, Colombia no termina de enterrar el recuerdo de uno de los máximos ídolos de su historia futbolística. Tenía 27 años, iba a casarse, se decía, incluso, que el AC Milan lo veía como el sucesor de Franco Baresi Pero todo se desvaneció rápidamente, con cada una de las seis balas que impactaron en su cuerpo la madrugada del 2 de julio de 1994.

 

Un fanático lo asesinó en Medellín a quemarropa. Dicen que con cada disparo gritó «gol», una referencia al tanto en contra que Escobar convirtó el 22 de junio de ese mismo año en el partido con la selección de los Estados Unidos, la anfitriona. Ese día, Colombia quedó fuera de la Copa del Mundo.

 

Escobar nació el lunes 13 de marzo de 1967 en Medellín. Hijo de Darío Escobar y Beatriz Saldarriaga, hermano de María Esther, José Darío, Juan Fernando y Santiago. Era el menor de los cinco hermanos. Tomó la decisión de ser futbolista antes de terminar el colegio, desde muy pequeño.

 

«Mi hermano Andrés Escobar era un hombre honesto que amaba lo que hacía. Un hombre de familia, le gustaba siempre estar en contacto con sus allegados, con sus hermanos y con sus padres. Lo más lindo de él: era una persona que dejaba el cariño adonde iba y en lo que hacía», contó su hermano Santiago en una columna en El Tiempo.

 

Siempre disciplinado, profesional, sacrificado e intachable, tanto en el campo como en la vida. Entró a jugar a Atlético Nacional desde 1986, y debutó profesionalmente al año siguiente. El 22 de marzo de 1987 nació la figura de un líder, un marcador central talentoso, con temple, siempre seguro.

 

Andrés era tácticamente muy inteligente, porque sabía dónde, cuándo y cómo cortar un avance. Y estaba técnicamente muy dotado, lo que aseguraba un primer pase limpio, quites sin infracciones, cabezazos perfectos. Un defensor con galera y bastón.

 

Llegó a la selección de Colombia un año después, en un gran hallazgo de Francisco Maturana para reemplazar a Norberto Molina. Ya con rodaje en el seleccionado, ganó la Copa Libertadores (1989), la Copa Interamericana (1990), y el campeonato colombiano (1991), con el equipo verdolaga. Era clave en cada equipo, cada partido. Una garantía.

 

Por esos años, Colombia era la mejor selección del continente. Una generación dorada que con junto con figuras como René Higuita, Carlos «Pibe» Valderrama, Freddy Rincón, Faustino «Tino» Asprilla, Arnoldo Iguarán, Leonel Álvarez, y Adolfo «Tren» Valencia. Andrés era pilar en ese equipo y marcó un gol en un recordado 1-1 ante Inglaterra en Wembley. Fue su único gol en la selección. En realidad, el único a favor.

 

Llegó la Copa del Mundo 94, en los Estados Unidos. El equipo brillaba. Había goleado 5-0 a la Argentina en Buenos Aires. Llegaba a tope. «Realmente la concentración me da duro, de todas maneras uno siempre encuentra la motivación por todo lo grande que viene. Trato de leer un poco la Biblia, todos los días leo algún salmo y siempre cargo con la foto de mi madre y de mi novia», contaba Andrés en una entrevista.

 

Tras un 1-3 ante Rumania en el debut, llegó el duelo con los Estados Unidos. 22 de junio de 1994, estadio Rose Bowl de Los Ángeles, California. En el minuto 33, llegó un centro cruzado desde la derecha, Andrés Escobar intentó despejar con su pierna derecha, pero envió la pelota dentro de su propia meta. Un autogol, que eliminaba a Colombia del Mundial. Esa mancha significó para Andrés, como él mismo lo relató en su columna para el diario El Tiempo del 24 de junio del 94, «uno de los momentos más tristes» de su vida.

 

«Casi no pude dormir por todas esas circunstancias que nos rodean y aún más por lo que pasó en el partido contra Estados Unidos. Jamás esperé un hecho de esa índole, verse derrotado, liquidado, sin poder reaccionar. Para mí es una pena mayor (…) nunca se me presentó como aficionado ni como profesional, y se presenta justamente en el momento más importante para el fútbol colombiano», describió en la publicación.

 

La Selección regresaría al país. Andrés directo a Medellín para estar con su familia. En la madrugada del 2 de julio fue asesinado a quemarropa. Las teorías sobran. Nunca se pudo determinar el verdadero por qué. Se especula con que su gol en contra hizo perder mucho dinero en apuestas ilegales a un grupo mafioso, que se vengó quitándole la vida.

 

«Le ocurrió a Andrés Escobar Saldarriaga, a quien le descargaron un revólver calibre 38 simplemente porque se demoró en correr su Honda azul para darle paso a una Toyota nueva en el parqueadero de un estadero en la vía Las Palmas. Uno de los ocupantes de bajó y le disparó a quemarropa al futbolista prócer del Atlético Nacional y de la Selección Colombia, quien recién había sido eliminada del Campeonato Mundial de Fútbol de Estados Unidos», relata Víctor Rosas en El día que murió el fútbol, un libro homenaje al defensor.

 

Un hombre de apellido Muñoz terminó asumiendo toda la responsabilidad de ese hecho, pero la Justicia no ahondó en versiones que señalaban que no había sido él el único responsable de los disparos. Muñoz intentó desviar la investigación señalando que poco antes del incidente lo habían atracado y se habían llevado el arma con la que se perpetró el asesinato.

 

Para ese momento, la fiscalía ya tenía los testimonios de 6 personas que lo incriminaban y que finalmente llevaron a una condena de 43 años de prisión. Sin embargo, quedó libre el 5 de octubre de 2005. Sus jefes, los hermanos Gallón, fueron condenados por encubrimiento a 15 meses de prisión. Pero pagaron menos de tres meses y, tras pagar un millón de pesos como fianza, quedaron en libertad.

 

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