Más que una ocurrencia oportuna o un feliz hallazgo retórico de Ramos Allup, llamar prostituyente a la espuria asamblea de inspiración cubana que, a juro y con la venia de los magistrados que secuestraron la justicia para ponerla al servicio de una parcialidad política, el psuv (respetar las minúsculas y las cursivas) y una camarilla enquistada en la fanb, debe tenerse por lógica reacción al proceso de envilecimiento institucional inherente al socialismo del siglo XXI, cuyo ejemplo más conspicuo es el consejo nacional electoral.
Sin esta entidad hubiese sido prácticamente imposible instaurar el plenipotenciario dominio supraconstitucional de ese tumultuario jamboree que acampa en el palacio federal y ha hecho de su hemiciclo una monumental gallera. O que el país se tiña de rojo como resultado de un fraude electoral en progreso que no concluirá este domingo con los comicios municipales, sino que se extenderá hasta blindar la reelección de Nicolás Maduro.
Un tanto largo ha sido el introito. No tanto como el rosario de tropelías perpetradas por el cuarteto de rectoras que el pueblo denomina “brujas”, tantas que agotarían este espacio. Aunque en editoriales anteriores ya hemos señalado la manipulación de las circunscripciones electorales para favorecer al oficialismo –gerrymandering y malapportionment son términos usados por los politólogos en referencia al ventajismo implícito en esos manejos de la territorialidad y la demografía–, toca hoy machacar sobre el asunto, pues, “de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística, más de 2 millones de ciudadanos que cumplen con los requisitos para ejercer el derecho al voto no podrán votar en las municipales, debido a que el Consejo Nacional Electoral no ha realizado las jornadas especiales de registro y actualización de datos en el sistema de votación”.
En una de sus resacas dominicales, Maduro sugirió que quien no tuviese el carnet de la patria no debería permitírsele votar. Con base en esta boutade nos preguntamos: ¿será que las alegres comadres del cne intuyeron que, por tratarse de primerizos en materia de sufragio, esos jóvenes presumiblemente carecen de la credencial que da acceso a dádivas y subvenciones (limosnas), ergo, no tienen derecho al voto?
Esta es una conjetura, naturalmente, mas se funda en la obediencia canina de esas señoras hacia el amo que las puso donde hay para que estafen al votante, que es una más cruel variante de la perversión política.
¿Y qué es una raya más para un tigre domesticado y engolosinado con la servidumbre? A esta omisión, violación flagrante de la Ley orgánica de procesos electorales, según la cual “las jornadas especiales de actualización y registro en el sistema deben hacerse anualmente o previo a la realización de una elección”, debe agregarse que el árbitro (¿?) no realizó campañas motivacionales para estimular la participación en el evento de mañana y tampoco ha informado debidamente que de los 204 centros de votación reubicados en las regionales, 32 regresaron a su lugar de origen y 172 fueron mudados a otro sitio sin razón alguna. ¿Si el despelote no es adrede, entonces va por dentro?
Editorial de El Nacional