La apertura a Venezuela pasa por que el régimen libere a los presos políticos y desbloquee la candidatura de María Corina Machado
El chavismo está incumpliendo las condiciones del deshielo impulsado por EEUU y que el Gobierno español ha decidido liderar en Europa de manera prematura, acrítica y sin garantías. Nicolás Maduro ha entendido la relajación de las sanciones como un cheque en blanco por parte de Washington, que este fin de semana amenazó con reinstaurarlas por la falta de avances democráticos en Venezuela. El jueves se cumplió el plazo que Joe Biden puso a Caracas para cumplir los Acuerdos de Barbados, firmados con la oposición de cara a la celebración de elecciones en 2024. Sin embargo, el régimen no ha liberado más que a cinco de los 275 presos políticos que mantiene en unas cárceles en las que están documentadas las torturas. Tampoco ha desbloqueado la inhabilitación que impide a la líder de la oposición, María Corina Machado, concurrir a unas presidenciales en las que tiene el 80% de intención de voto y todas las papeletas para desalojar a Maduro de Miraflores. Y para colmo ha lanzado un órdago regional que ha disparado la tensión con Guyana con la convocatoria de un referéndum para apropiarse del territorio de Esequibo.
Pero como contamos hoy en nuestro Primer plano, la mayor evidencia de la falta de un horizonte de apertura democrática y prosperidad económica en Venezuela es la hemorragia migratoria que continúa sufriendo y que constituye el mayor éxodo de la historia de América Latina. «La emigración no va a parar hasta que el venezolano sienta que tiene un futuro», advierte Machado para explicar la huida de 7,7 millones de ciudadanos, según ACNUR. Una cifra oficial que organizaciones venezolanas elevan a ocho millones repartidos en 90 países: Colombia acoge ya, por ejemplo, a 2,9 millones de emigrantes;a EEUU se calcula que han llegado 550.000; a España, 600.000. En total, una cuarta parte de la población ha escapado del inmenso descalabro provocado por el régimen. Las razones del éxodo siguen siendo las mismas: pobreza (el 85% de los venezolanos gana menos de 300 dólares);inseguridad y violencia;deterioro de la sanidad, exclusión en el sistema educativo…
En medio de este sombrío contexto y sin gestos de apertura por parte del chavismo, levantar las sanciones supondría avalar una deriva autocrática que ha llevado la ruina al país y un terrible sufrimiento a su población.
La iniciativa de Pedro Sánchez para que Europa levante el castigo a Caracas es, por tanto, un error que Bruselas descartó hace tres semanas, cuando decidió renovar las sanciones contra 54 dirigentes chavistas. El régimen tiene primero que mostrar una voluntad creíble de reforma, liberando a los presos políticos y permitiendo la participación de Machado en los comicios. Sólo entonces puede estudiarse un proceso de normalización que saque a Venezuela del estatus de paria al que Maduro la ha condenado.
Editorial de El Mundo
