En el clásico cuento infantil de Pinocho, su creador Gepeto lo construye para que sea lo más parecido a un niño de verdad. Y con la complicidad de un hada madrina logra que su estructura de madera tenga un corazón, razone, se mueva por sí sola y hasta pueda comunicarse. En la actualidad ya no hace falta ese polvo mágico del hada para hacer realidad el sueño de Gepeto. La electrónica, la nanotecnología y la automatización han permitido que los juguetes interactúen con sus dueños, tengan memoria y hasta aprendan de forma diferenciada, por medio de estímulos. Pleo es un ejemplo. Se trata de un dinosaurio robot diseñado para ser la mascota de un niño. Se lo compra cuando aún es un bebé y va creciendo poco a poco, con base en los estímulos que tiene en cada entorno.
Unos Pleo pueden crecer con un carácter fuerte, otros ser más tímidos o incluso más traviesos y juguetones. Cuando se lo acaricia mueve su cuerpo de forma tan realista que parece una mascota de verdad. Incluso llora cuando necesita de atención, de comida o una siesta. Tiene un sensor de temperatura, de olfato, conciencia del tiempo, aprendizaje, evolución, un sensor de movimiento y hasta de tacto, que le da esa personalidad y autonomía.
Forma parte de la nueva generación de juguetes que se caracteriza por hacer realidad lo que los niños imaginan, según el ecuatoriano Carlos Huerta, de Growmoi.com. Aunque para el especialista, el mercado se ha tardado en cumplir con lo que vislumbraron los primeros ingenieros. “Los libros sobre la autonomía del movimiento se publicaron hace 25 años. Las barreras económicas, culturales y tecnológicas han complicado el adoptar nuevas propuestas a través de los años”. Pero el abaratamiento de los costos de los accesorios y piezas está modificando esa realidad. Un Raspberry Pi, por ejemplo, ahora se puede encontrar en solo USD 30. Es una microcomputadora que puede ser utilizada para programar. Se adapta igual a un reloj y a un control remoto, que a un robot con habilidades de comunicación. Santiago Mosquera, de Clear Minds Consultores Cía. Ltda., dice que ahora incluso los niños tienen la oportunidad de aprender sobre programación básica con los juguetes.
Desde hace dos años ellos realizan talleres con los más pequeños para que se familiaricen con uno en especial, de la firma Lego. Se llama Mindstorms EV3. Viene con un kit de robótica que permite cambiar las funciones básicas del juguete. Por ejemplo la velocidad de los movimientos y la dirección. E incluso que se detenga 10 centímetros antes de una pared, para que no se choque. “Motiva a los niños para aprender de electrónica y sobre software. Es un mercado con mucho potencial”, refiere Mosquera. Por eso su empresa, en sociedad con EGM Robotics, elaboró un robot propio. Se llama Tee Bot y desde enero se harán las pruebas con los niños. La ventaja, en relación con el de Lego, es que a este se lo podrá abrir y modificar incluso su estructura central; conectar cables, quitar o aumentar partes. En marzo del 2015 está previsto el evento Scratch Day, en el se espera capacitar a 1 000 niños del país. Con quienes se destaquen se creará un club de robótica en cada ciudad participante La era de los drones No está en un laboratorio aeroespacial especializado ni en un departamento de seguridad nacional. Se lo encuentra en las perchas de tiendas de juguetes como Juguetrónica, en España. Es el nuevo Bebop Drone, de Parrot. Una nave no tripulada que vuela con el teléfono celular y en tiempo real. Tiene una cámara Full HD y un sistema de GPS. Raúl Gómez, propietario de la tienda de drones Hobby Store, dice que la masificación de su producción, el abaratamiento de la tecnología y el desarrollo de software libre han hecho que un dron se haya convertido en un juguete más. “No se necesita saber volar para utilizarlo. Basta con poder mover dos palancas. En los últimos 10 años hemos dado saltos inimaginables. Construir un dron se ha vuelto sencillo”, concluye.
Fuente: ElComercio.com