El líder del PSOE no alcanza la mayoría necesaria y se abre una etapa sin precedentes en España
A los 75 días de las elecciones no hay presidente del Gobierno y Pedro Sánchez es el primer político que en la España constitucional ve rechazada su candidatura en el Congreso. El miércoles no llegó a la mayoría absoluta y este viernes ha obtenido 131 escaños (PSOE y Ciudadanos más el de Coalición Canaria) que le dejaron lejos de la mayoría relativa precisa. Quedan 58 días para elegir un presidente o se convocarán nuevas elecciones para el 26 de junio. Sánchez hizo en la tribuna una última invocación a un Gobierno de cambio, pero el líder de Podemos insistió en su idea de un Ejecutivo de coalición de izquierdas.
Pedro Sánchez no alcanzó la mayoría suficiente para ser investido presidente del Gobierno y se abre una etapa insólita en la política española, camino de unas nuevas elecciones el 26 de junio. El miércoles no logró los 176 votos suficientes para la mayoría absoluta y este viernes ha repetido casi idéntico resultado, con la única novedad del cambio de Ana Oramas (Coalición Canaria) de la abstención al voto afirmativo. El resultado fueron 131 votos frente a 219, muy lejos de la mayoría simple requerida.
La inmensa mayoría del Congreso derrotó el pacto PSOE-Ciudadanos.
De nada le sirvió su último llamamiento a «votar el cambio», por la «regeneración»y para que Mariano Rajoy salga de La Moncloa. Ni el mejor tono de Pablo Iglesias, que mantuvo la propuesta de Podemos de un Gobierno de coalición «a la valenciana».
Tan suave estuvo Iglesias que pasó de la «cal viva» del miércoles al «pacto del beso». Tampoco sirvió el llamamiento de Albert Rivera al acuerdo. Por supuesto, Mariano Rajoy mantuvo el no para que no se produzca la demolición de su gestión y acusó al aspirante de corrupción por utilizar las instituciones en su beneficio y para lograr su supervivencia política.
El secretario general del PSOE se convierte así en el primer político que se presenta a una investidura y no la obtiene en la historia constitucional. También era el primero que se presentaba a un debate de este tipo sin apoyos suficientes y la primera vez en democracia que el Congreso tiene una fragmentación que hace muy difícil elegir un presidente, con mayorías alternativas, y que, en todas las hipótesis de acuerdo, salvo en la de la gran coalición, requiere pactos de más de dos partidos.
El socialista volvió a tener el apoyo de los 90 diputados de su grupo, los 40 de Ciudadanos y el de Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria, frente al resto de la Cámara. El pacto que firmaron Pedro Sánchez y Albert Rivera no ha logrado ningún apoyo más que el de los grupos a los que pertenecen los dos.
La única diferencia respecto a la situación anterior al debate que se inició el martes es que el reloj constitucional se ha puesto en marcha y, de forma automática, en mayo se convocarán nuevas elecciones para el 26 de junio si antes no se designa a un presidente del Gobierno. Nada impide que Sánchez pueda volver a ser propuesto por el Rey si logra apoyos suficientes, ni que Mariano Rajoy pueda someterse a la investidura, aunque declinara en una ocasión el encargo del Monarca. Incluso, cualquier otro candidato que tenga apoyos puede ser propuesto.
Salir del bloqueo
Otra diferencia notable es que antes la mayoría más numerosa era la de los 123 diputados elegidos con las siglas del PP, mientras que ahora es la de los 130 que suman el PSOE y Ciudadanos, si es que consideran vigente el acuerdo que han sometido a la Cámara.
Sánchez hizo antes de la votación un último llamamiento a «salir del bloqueo y desgobierno institucional», pero sin propuestas o argumentos nuevos. «Un discurso de trámite», según el portavoz de DL, Francesc Homs.
El líder socialista invocó de nuevo el «Gobierno del cambio» con apoyo de todos los partidos, salvo el PP, para «regenerar las instituciones» y «hacer realidad el cambio». «Voten sí al cambio», dijo.
Sánchez introdujo en sus 10 minutos de intervención críticas duras a Mariano Rajoy por haber declinado el ofrecimiento del Rey para someterse a la investidura. Habló de la «huida de Rajoy de sus responsabilidad institucionales, llevando a un periodo de incertidumbre y bloqueo»
.
«Acepté el encargo consciente de contribuir a que todo volverá a funcionar con normalidad democrática», añadió Sánchez, antes de hacer un breve resumen de su programa, contenido en el acuerdo con Ciudadanos. Según dijo, es el resultado del acuerdo de 130 diputados para encontrar los puntos de acuerdos, con coherencia con lo que defiende su partido
.
El objetivo según explicó es evitar la repetición de elecciones y que Rajoy salga de La Moncloa. «Quiero limpiar a España de la corrupción, que es un veneno que debilita nuestra democracia» y «también de la utilización partidista de las instituciones», añadió Sánchez, al enumerar algunas de sus propuestas sobre este asunto. Y habló expresamente de derogación de las leyes del PP, para «sacudirse» esas normas.
Rajoy le volvió a contestar con dureza, con expresiones como «farsa, engaño y fraude» y una acusación dura: haber utilizado las instituciones a su favor «y eso también es corrupción». El presidente del Gobierno en funciones, visiblemente irritado, acusó a Sánchez de sectarismo por decir a Podemos que la peor de sus medidas es mejor que la mejor del PP.
Acuerdo del beso
Iglesias sorprendió dedicando el inicio de su intervención a hablar del beso que se dio en el hemiciclo con el portavoz de Ahora en Comú Podem y al supuesto interés de una diputada del PP por un parlamentario de su grupo, contado en un programa de televisión.
A continuación, Iglesias defendió la idea de Gobierno de izquierda con abstención de independentistas y con mano tendida para un Gobierno «a la valenciana», es decir, de coalición. «A partir de esta noche pongámonos a trabajar», dijo el líder de Podemos, con referencia a la preocupación de «las oligarquías». «Atrévase, señor Sánchez», espetó al líder del PSOE. «Ojalá el acuerdo al que lleguemos pueda llamarse el acuerdo del beso», terminó
.
Rivera pidió apoyo al acuerdo y arremetió contra Podemos poniéndolo en contraste con lo que hizo el PCE en la Transición y pidiendo «altura de miras».
Fuente: El País