Hace apenas unos días comenzó la temporada de las Grandes Ligas, que reúne a la crema y nata de los jugadores de beisbol del mundo. Un deporte que se expande por el planeta como acaba de demostrar el V Clásico Mundial, y en el cual Venezuela es una referencia por su tradición y por la cantidad y calidad de peloteros surgidos en esta tierra.
La temporada de 2023 que durará hasta principios de noviembre será la última de Miguel Cabrera, destinado a acompañar a Luis Aparicio en el Salón de la Fama del Beisbol estadounidense por su brillante trayectoria de dos décadas en los Marlins de Miami (antes de Florida) y, especialmente, en los Tigres de Detroit. Un jugador de los que se dice que son «irrepetibles», pero ciertamente no el único extraordinario entre las seis decenas de venezolanos que comenzaron en los rosters de muchos de los 30 equipos de las ligas mayores.
La sorpresa -al menos, para los seguidores de la pelota- en este inicio de temporada es la designación de Salvador Pérez como capitán de los Reales de Kansas City, apenas el cuarto merecedor de tal distinción en la historia de este equipo fundado en 1969. No es un hecho menor porque uno de esos capitanes fue George Brett, un excelso jugador que tiene su nombre impreso en el hogar de «los inmortales».
«Para ser capitán debes tener cualidades de liderazgo, tienes que ser un competidor duro, un gran compañero de equipo. Tienes que tener algún historial, porque los otros jugadores que tuvieron ese honor son muy queridos por la ciudad. Salvy reúne todo eso», dijo acerca del venezolano J. J. Picollo, gerente general de este equipo dos veces ganador de la Serie Mundial, la última en 2015 cuando Salvador Pérez fue nombrado el Jugador más Valioso.
Nacido en Valencia, próximo a cumplir 33 años, Pérez es un fortachón que juega como catcher (receptor), quizás la posición más sacrificada en el beisbol y a la vez de las más decisivas porque es el que conduce el juego en comunicación con el lanzador. Por sus habilidades defensivas ha obtenido en cinco ocasiones el Guante de Oro que lo identifica como el mejor en su posición en la Liga Americana.
De la bravura de su juego sobran evidencias en los 12 años que lleva en los Reales. Siempre quiere estar en la alineación a pesar del desgaste de esa posición en la que debe estar en cuclillas durante dos horas por noche para recibir esos lanzamientos a más de 100 y tanto kilómetros por hora y soportar golpes y encontronazos en esas jugadas que se producen en el home para evitar que entre una carrera.
Qué orgullo el que Pérez brinda a su familia, a sus compañeros y a sus compatriotas con esa mezcla de liderazgo, entrega total y don de gentes.
Adonde van los venezolanos de bien y esfuerzo dejan su sello y concitan la admiración de un equipo –más grande, más pequeño– y hasta de una ciudad completa como Kansas City.
Editorial de El Nacional