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El calendario Jaua

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El calendario Jaua

 

Como se sabe, los calendarios son una medición de la vida, dividida en parcelas temporales a las cuales se someten los usuarios y no quedan sujetas a modificaciones caprichosas. Uno sabe cuándo es la época de las vacaciones y el período de los días laborables, por ejemplo, sin pensar en que los lapsos van a cambiar de buenas a primeras. La rutina depende de este tipo de medidas, porque de lo contrario desaparece. Los horarios y los almanaques son imprescindibles y nadie los puede mudar porque corresponde a su voluntad o a intereses inconfesables.

 

 

 

A menos que usted piense que está en el comando de la Revolución francesa y resuelva convertir en papilla las señales temporales del Antiguo Régimen. Así como pongo la cabeza del rey en la guillotina, le cambio las horas y los días a los flamantes ciudadanos y que ellos se ocupen de ajustar el reloj a mis disposiciones, pensaron los burgueses que ocupaban el lugar de la nobleza desplazada por la fuerza. Les fue bien durante un lapso, pero al final se volvió a las costumbres señaladas por los calendarios antiguos.

 

 

 

Esfuerzo baldío, por cierto, debido a que las temporadas retornaron a su añeja rutina porque se impuso otra vez la fuerza de las costumbres y reinaron los almanaques del pasado, que no dejaban espacio para las sorpresas que estorbaban los hábitos de la gente común y las previsiones que los gobiernos deben tomar. Ni la guillotina pudo con semejante tergiversación de las formas de vivir que tenían los franceses.

 

 

 

¿Por qué este vistazo de la revolución democrático-burguesa? Porque el diputado Elías Jaua nos anuncia un desconocido y sorprendente calendario electoral que cambia por completo las expectativas de la ciudadanía que quiere votar en las elecciones de gobernadores y en el referéndum revocatorio, debido a que están dispuestas por la ley y porque nadie está en capacidad de desterrar un derecho que solo puede modificarse por una catástrofe natural que aconseje una pasajera posposición de los eventos, por ejemplo.

 

 

 

Como si fuera Robespierre, pero sin calzar sus zapatillas, sin poder mostrar ni siquiera uno de los antecedentes del temido líder de la gesta republicana de París, Jaua asegura con el mayor desparpajo que no están dadas las condiciones para la realización de elecciones, pese a que están pautadas por la ley y pese a que se rigen por una rutina que nadie puede modificar sin cometer grave delito. ¿Cuáles son las condiciones a las que aspira nuestro insólito y absurdo Robespierre para que las elecciones se realicen? Aquellas que permitan el triunfo de su “revolución”, o las que ofrezcan oportunidad a las triquiñuelas a las que están habituados los chavistas para que los resultados les satisfagan.

 

 

Piensa de manera equivocada y estúpida este flamante “incorruptible” de nuestros días, este relojero capcioso y desesperado que se ha puesto a manipular la cuerda del cronómetro para que suene cuando le convenga a Nicolás Maduro, para que señale la oportunidad de otro toque de diana que nadie quiere oír. ¿Será que se está rifando un nuevo 9 de Thermidor, o convulsiones como las que llevaron al patíbulo a un líder inflexible que murió por el veneno de su propia cucharada?

 

 

 

Editorial de El Nacional

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