Eso de “si las paredes pudieran hablar” se convierte en Kalorama, un barrio de lujosas residencias en el noroeste de Washington, en mucho más que un dicho popular. En sus tranquilas calles convivirán, en pocos días y a menos distancia aún, el pasado inmediato y el futuro impredecible del poder en Estados Unidos: la familia del para entonces ya expresidente demócrata Barack Obama y la de la que probablemente será la pareja más influyente en Washington en la nueva era que se inaugura el 20 de enero, Jared Kushner y su mujer Ivanka, la hija favorita y confidente del presidente republicano Donald Trump.
El nuevo hogar de Ivanka Trump y Jared Kushner en el barrio de Kalorama, Washington SHAWN THEWEFE
Los Kushner-Trump, cuyo papel en la nueva Casa Blanca todavía no está claro a falta de resolver posibles conflictos de nepotismo, pero que nadie duda tendrán un gran peso en el gabinete de Trump, están ultimando los preparativos de su traslado del cosmopolita Nueva York al más provinciano Washington. Su aterrizaje en uno de los barrios más selectos, sede de numerosas embajadas y de residencias de altos diplomáticos, además de influyentes lobbistas como Tony Podesta, hermano del jefe de campaña de Hillary Clinton John Podesta, debería suavizar el drástico cambio.
También lo debería hacer la casa en la que se instalarán la pareja y sus tres hijos pequeños. Sin llegar a ser de las mansiones más grandes del vecindario, a la vivienda unifamiliar de más de 600 metros cuadrados, con seis habitaciones y otros tantos baños, no le falta un solo detalle de lujo, aunque carezca de los dorados y mármoles que gusta el patriarca de los Trump, que vivirá a solo 3 kilómetros de distancia, en la Casa Blanca.
Varias furgonetas de pintores y otros obreros han estado aparcadas estos días frente a la futura residencia de los Kushner, muestra de que la joven pero poderosa pareja quiere hacer algunos cambios o arreglos antes de instalarse. No está claro si han comprado la casa, que fue vendida a finales de diciembre por 5,5 millones de dólares, o si la están alquilando a sus nuevos dueños.
Paradójicamente, no es la única mansión en obras estos días en este normalmente tranquilo vecindario. A pocos centenares de metros del futuro domicilio de los Kushner, en una calle aledaña, también se ultiman los preparativos para la llegada de los otros nuevos notables vecinos de Kalorama, los Obama
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Los vecinos más poderosos
El presidente demócrata y su esposa han decidido permanecer en Washington al menos hasta que la hija pequeña de la pareja, Sasha, acabe el instituto, y han alquilado una lujosa vivienda muy cerca de donde vivirá la hija de su sucesor. Las obras para aumentar la seguridad de la también lujosa residencia todavía no han acabado. Aunque ya se han instalado varias garitas de seguridad alrededor de la mansión, todavía faltan, visiblemente, más detalles de seguridad que tendrán que estar listos en menos de dos semanas.
Las dos poderosas familias podrán cruzarse de forma regular en este vecindario de lujo situado junto al embassy row, como se conoce a esta sección de Washington plagada de misiones y residencias diplomáticas. A un tiro de piedra de la casa de los Kushner está la embajada japonesa —Ivanka participó en la reunión que su padre mantuvo en Nueva York con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, en noviembre, otra muestra del importante papel que se espera tenga la hija del nuevo presidente— y la turca, así como la de Omán, o la residencia venezolana, entre otros. El camino más rápido desde su nuevo hogar a la Casa Blanca pasa por la rotonda donde murió hace 40 años el excanciller chileno Orlando Letelier, víctima de una bomba plantada en su coche de orden del dictador Augusto Pinochet, en lo que hasta hoy constituye el primer acto terrorista patrocinado por un Gobierno extranjero en la capital estadounidense.
Tanto los Obama como los Kushner tienen ventanas con vistas al minarete de la mezquita más conocida de Washington, aunque según reportes de prensa, uno de los requisitos para la joven pareja era que su nuevo hogar estuviera cerca de una sinagoga, ya que son judíos ortodoxos practicantes, hasta el punto de que durante el shabbat desconectan hasta sus teléfonos durante 25 horas, tal como relataron en una entrevista a la revista Vogue en 2015.
Un barrio de mujeres influyentes
Cada vez que Ivanka salga por la puerta de su casa, tendrá además un recordatorio del poder femenino que destilan las calles de su nuevo vecindario y que ella también encarna. Una placa colocada en la acera de la vivienda de los Kushner recuerda que, a la vuelta de la esquina, residió, “mientras hacía cabildeo a los líderes políticos (estadounidenses) para que apoyaran a la China nacionalista, Madame Chiang Kai-shek” o Soong Mei-ling, esposa del fundador de Taiwán. Ese es el país que provocó uno de los más recientes incidentes diplomáticos de Trump, cuando su actual presidenta, Tsai Ing-wen, lo llamó para felicitarlo por su victoria. Al aceptar hablar con la líder de Taipei, Trump rompió una tradición mantenida desde 1979 provocó airadas protestas de Pekín, que considera innegociable la política de “una sola China”. Además de la primera dama taiwanesa, también vivieron en el vecindario mujeres poderosas como las primeras damas Eleanor Roosevelt, Lou Henry Hoover y Edith Wilson. También llamó a Kalorama su hogar Shirley Temple, estrella infantil y luego embajadora en Ghana y Checoslovaquia, o Sandra Day O’Connor, la primera mujer que fue juez del Tribunal Supremo. No muy lejos del vecindario tienen también una residencia privada la derrocada candidata demócrata, Hillary Clinton, y su marido y expresidente Bill, aunque probablemente las dos familias tengan pocas ganas de cruzarse.
El País
SILVIA AYUSOTwitter