Rodrigo Paz y Jorge Quiroga disputarán un balotaje el 19 de octubreAP
En las recientes elecciones presidenciales llevadas a cabo en Bolivia, el candidato por el Partido Demócrata Cristiano, Rodrigo Paz, que no figuraba entre los favoritos, ganó la primera vuelta con el 32% de los votos, seguido por el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga, de Libre, quien obtuvo alrededor del 26,9%. El tercer lugar lo ocupó el empresario Samuel Doria Medina (19,9%), quien se perfilaba como favorito en las encuestas, seguido por Andrónico Rodríguez (8%), de la izquierda.
Los tres candidatos que alcanzaron más del 60% de la votación —Paz, Quiroga y Doria Medina— representaron, cada uno a su manera, la opción del cambio frente al Movimiento al Socialismo (MAS). Todos ellos se presentaron como alternativas al oficialismo, capaces de romper con un ciclo de manipulación de la Justicia, corrupción, persecución política y abuso de poder.
Con estos resultados, Paz y Quiroga, se medirán el próximo 19 de octubre en el primer balotaje presidencial en la historia de Bolivia, que pone fin a 20 años de gobierno del MAS, el partido de Evo Morales, inhabilitado por la Justicia, imputado de delitos graves y con orden de captura, quien había llamado a anular el voto, opción que alcanzó el 19%.
El Parlamento boliviano se renueva por completo cada cinco años, con las 36 bancas del Senado y las 130 de Diputados. A partir de los votos escrutados, la izquierda se quedará sin senadores y con apenas seis diputados. Los dos candidatos más votados enfrentan el reto de tejer alianzas y pactos en el Congreso para garantizar la gobernabilidad, ya que ninguno de sus partidos alcanzará la mayoría absoluta.
Los desafíos que encontrará quien resulte ganador pasarán por decisiones drásticas que pongan orden en el gasto público, totalmente desbordado, solucionen el desabastecimiento de combustibles y empujen una economía con una informalidad cercana al 70%. Además, deberá hallar soluciones a una inflación anual de casi el 25%, un alza constante en los precios de la canasta familiar y un fuerte desequilibrio fiscal y monetario.
No menos importante será el abordaje al problema del narcotráfico teniendo en cuenta que Bolivia es el tercer productor mundial de coca, detrás de Colombia y Perú. El próximo presidente deberá fortalecer las instituciones y las políticas para combatirlo, adoptando medidas en contra de la producción y el tráfico de cocaína y la penetración de organizaciones criminales brasileñas, mexicanas y colombianas que ocupan territorios en el país del altiplano.
El voto contundente de los ciudadanos bolivianos dejó en claro un mensaje que no admite interpretaciones ambiguas: la mayoría del país no quiere más al MAS. No quiere más socialismo, populismo, ni nada que represente los veinte años de Evo Morales y Luis Arce. Tampoco quiere odio ni división. Bolivia dio la espalda a un modelo que estancó la productividad, trabó la inversión y profundizó la división social.