BOGOTÁ.– Desafortunadamente ya son 13 los policías y cinco los militares que en los últimos días han sido asesinados en Colombia por grupos armados, siguiendo el patrón de sicariato conocido como “plan pistola”. Hay que lamentar también que otros siete soldados hayan muerto en un ataque, al parecer, de las disidencias de alias Calarcá, que goza por estos días de la prolongación del cese del fuego ordenado por el Ejecutivo.
El caso es que el ELN en el norte de Santander y Arauca; el clan del Golfo en Antioquia, Córdoba y Bolívar, fundamentalmente, y las disidencias de las FARC han sido señalados como responsables de esos homicidios.
Es muy preocupante que cerca de cumplirse tres años de este gobierno aún no se haya podido consolidar una política de seguridad que garantice la protección tanto de la gente como de los uniformados mientras se adelantan los diálogos de la “paz total”.
Hay que decirlo con claridad: que se haya dado este nuevo y aterrador “plan pistola”, además de la dificultad del gobierno para reaccionar, tiene que ver con los pasos erráticos, improvisados, sin norte claro de Gustavo Petro en materia de orden público. No es acertada una política de paz con cese del fuego sin verificación y en la que solo la fuerza pública parece comprometida a respetar lo acordado. En horas así, el país espera y necesita de reacciones concretas y firmes del mandatario frente a esta oleada de asesinatos. Es hora de enviar un mensaje claro que se respalde en acciones concretas para proteger la vida de quienes están siempre dispuestos a dar la suya por la gente.
El Tiempo (Colombia)
Efectivos militares colombianos en CatatumboSCHNEYDER MENDOZA – AFP