E l diario El Universal publicó en su edición de ayer una entrevista al alcalde Gerardo Blyde de jugoso e importante contenido político. El enigmático periódico, después de su venta, ha publicado recientemente en lugar muy preferencial entrevistas de grueso calibre, lo cual es una modalidad periodística singular y muy pertinente al menos en esta hora de incertidumbres. La de Blyde nos parece que tiene dos lecturas, de acuerdo a conversaciones sostenidas al respecto.
Una, digamos que más sombría, que ve en ella casi un llamado al deslinde definitivo de la MUD, a tal punto es duro con la tendencia radical de ésta, la de La Salida para entendernos. La temida ruptura de la unidad opositora, pues, por tanto tiempo buscada, y una vez encontrada capaz de producir no pocos resultados tangibles (electorales) importantes y una faz de la oposición más clara y consistente ante la opinión nacional e internacional.
Pero nosotros intentamos otra lectura, que supone susceptibilidades políticas más robustas, en la cual el alcalde se limita a decir, con alguna aspereza es cierto, las reglas para una sana y productiva discusión en el seno de la Mesa.
Por ejemplo, no es muy propicio definir líneas políticas, por demás osadas y aparatosas, por separado y luego planteárselas al colectivo de la MUD como hechos cumplidos en las que todos deben «montarse». U optar por una postura fuerte y aventurada hoy para cambiarla a la hora de las chiquitas, valga decir de las elecciones, donde no se puede ganar sino unidos. O, para dar un último ejemplo de Blyde: no tener la capacidad de reconocer los propios errores, aunque sea discreta y honorablemente, cuando ellos son tan evidentes como que no se logró salir a ninguna parte con la política iniciada en febrero por el sector que ya sabemos de la MUD.
Lo cual no quiere negar no pocos valores que hubo en esos meses. Si se respetan estas normas mínimas posiblemente sea mucho más fácil mantener esa unidad que todos, al menos de palabra, parecen apreciar y que ciertamente es importante, vital, en circunstancias tan abismales como las que vive el país.
Comoquiera que debe haber libertad de opinión -nosotros no la pedimos, la ejercemos-, diremos claramente que la Constituyente de la que algunos hablan, a media voz a decir verdad, nos parece una opción tan esperpéntica, complicada, larga en el tiempo y electoralmente peligrosa que no vale la pena discutirla en demasía. Tanto más que se cruza con las elecciones parlamentarias y el revocatorio, además de todos los sobresaltos y situaciones límites que van a presentarse estos meses en que todo parece que nos van a aplicar toda la severidad de los llamados paquetes y que los primitivos revolucionarios nuestros llamarán reconstrucción socialista o algo por el estilo. En cuanto al congreso del pueblo me parece, para decirlo con una palabra de uso posmoderno, tumultuario, es decir esa congregación de individuos hecha al azar y sin mayores criterios de representatividad, extremo del populismo, como el parlamentarismo de calle y otras aberraciones.
Terminamos sugiriendo que en medio de las conversas que tiene que haber se toque el tema de lo que es de la MUD y lo que es de los partidos que, realmente, no deben desaparecer en ésta. Quizás eso permita diluir algunos conflictos que permitan darle vida a iniciativas parciales, partidistas, y respetar los acuerdos generales.
Fernando Rodríguez
Editorial del Tal Cual