V arias veces hemos sostenido que los partidos políticos opositores, congregados en la MUD, deberían ocuparse de robustecerse, de sembrarse entre la gente y sus problemas, además de cumplir sus deberes con la imprescindible unidad. Esta no debe servir como cobijo para postergar el camino y los objetivos propios. Y para ello es imprescindible deslindar los dos tableros en que se juega, así sea de manera imprecisa e inestable, el de la Mesa y el partidario. Entre otras cosas con el objetivo de darle más libertad de acción a los partidos, tolerar más ciertos niveles de diferenciación, sobre todo en un tiempo sin elecciones. Cónsono con ello, aun cuando en el pasado reciente las contradicciones en la MUD parecían irreconciliables, nos pronunciamos siempre por preservar el espíritu unitario, más allá de nuestras posiciones ante los dilemas planteados.
El partido Voluntad Popular ha lanzado, con bombos y platillos, un llamado a una Asamblea Constituyente. Nosotros creemos que están actuando de una manera inadecuada porque obviamente esta es una decisión, buena o mala, no entremos en eso, que corresponde a la MUD porque intenta constituirse en la solución general, la estrategia mayor, de la oposición frente al drama que vive el país.
Mal podría atribuirse un sector decidir y acaparar esa solución colectiva. Esta no solo es arbitraria y tendencialmente divisionista, al estilo con que se lanzó La Salida, sino que se contradice con la que parece la opción mayoritaria de la Mesa que apunta a tratar de ampliar la mayoría opositora y caminar hacia las elecciones parlamentarias, enfatizando el trabajo con la gente y sus innumerables dolencias.
Tanto es así que en su proclama VP sin mucha agudeza trata de paliar esa contradicción: «No existe diatriba (sic) entre convocar la Constituyente y elegir una Asamblea Nacional porque ambas tienen tiempos y objetivos diferentes: una nueva Asamblea se instalaría a principios de 2016 y permitiría control político del actual gobierno… Sin embargo la Constituyente puede iniciarse inmediatamente y lograr el cambio total del régimen antes de que finalice el actual período de La Asamblea Nacional…». Por otra parte se asegura que se iría unitariamente a cualquier justa electoral. Esto es un verdadero galimatías. Sin duda una eventual campaña para las parlamentarias sería paralela a la de la Constituyente, larga y complicada y que el gobierno puede complicar más (recuérdese el Revocatorio), lo que fragmentaría las energías opositoras. En cuanto a los objetivos diversos sí es un absurdo total porque se entiende mal para qué prepararse para las parlamentarias del 2015 si la Constituyente va a acabar con el gobierno antes del fin del actual Parlamento y tiene entre sus fines mayores expresos, seguramente el mayor, «Convocar nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias».
A menos que todo esto, tan mal razonado por lo demás, no vaya demasiado en serio y solo sea una política inmediatista para llenar el vacío dejado por La Salida. No sólo por lo desmesurado, complicado y azaroso de la tarea, para un partido que no es ciertamente la AD de los años gloriosos, sino por esa válvula de seguridad que es ir muy acompañados a unas eventuales elecciones rutinarias. A la MUD le queda o abocarse a debatir este gesto que de hecho la fragmenta, aunque VP permanece en su seno, o no tomarse el asunto muy en serio y mirar para otro lado como hizo en meses pasados. En todo caso es una situación preocupante para quienes creemos en una unidad en serio, sobre la cual volveremos.
Editorial del Tal Cual
Fernando Rodríguez