Editorial de El Nacional:Naciones Unidas: 80 aniversario y desafíos

Editorial de El Nacional:Naciones Unidas: 80 aniversario y desafíos

En medio del desorden mundial, entre tensiones y conflictos, la necesidad urgente de enfrentar los retos del milenio e impulsar esfuerzos para combatir los crímenes transnacionales, se inicia el 80º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York con la participación de 193 estados miembros y dos observadores permanentes, la Santa Sede y el Estado Palestino, para examinar temas relacionados con la seguridad, la paz y el desarrollo.

El sistema internacional fundado en 1945, cuando se adopta la Carta de San Francisco, enfrenta hoy enormes desafíos que exigen voluntad política y acciones concretas. La paz y la seguridad, la democracia, las libertades, el respeto y la promoción de los derechos humanos son quizás el eje conductor de los cambios y transformaciones que deben introducirse al sistema, centrado en las Naciones Unidas.

Si bien la eficacia depende de la capacidad de la Organización y de la dirección de su Secretario General, su efectividad, es decir, el logro de los objetivos que se persiguen, depende de la voluntad política y del apoyo de los Estados

Lamentablemente, muchos gobiernos que representan a los Estados son autoritarios, divorciados de la democracia y del Estado de derecho, algunos vinculados a actividades ilícitas trasnacionales, promotores de una nueva visión del mundo alejada de los valores y principios que han prevalecido desde siempre en favor de la paz y de la dignidad del hombre.

Las normas existen. La Carta de San Francisco, tan referida por muchos, es la base del orden constitucional internacional. No es perfecta, ciertamente,y  merece reformas urgentes que la hagan más eficaz y democrática. El funcionamiento del sistema depende del funcionamiento de los Estados, del apego de sus gobiernos a los principios de la Carta. No es entonces la organización la que se presenta fallida ante los retos, son los Estados y sus gobiernos que le representan, los que deben actuar y decidir el rumbo del sistema.

Los Estados con gobiernos forajidos y fallidos deben dar paso al respeto pleno de las normas, sin retórica ni manipulaciones. De allí la necesidad de promover la democracia y detener los autoritarismos de todo tipo y enfrentar solidariamente las dictaduras y los regímenes totalitarios, los que secuestran las instituciones, violan los derechos humanos, cometen crímenes internacionales y promueven el desorden y la anarquía en nombre de expresiones populistas inútiles y peligrosas. Una nueva oportunidad en Nueva York para que la comunidad internacional logre acuerdos realmente válidos para enfrentar los tremendos desafíos de la humanidad.

No es, sin embargo, este aniversario de la Organización de las Naciones Unidos un tiempo de celebración, como lo dijo la alemana Annalena Baerbock, quien asumió el martes el cargo como presidenta del 80º periodo de sesiones de la Asamblea General, quinta mujer en tales funciones: “¿Realmente estamos de humor para celebrar? Cuando estamos viendo morir de inanición a niños de Gaza, o las niñas de Afganistán se las prohíbe de ir a la escuela, los abuelos de Ucrania están en los refugios antiaéreos, las mujeres de Sudán son violadas, los habitantes de las islas del Pacífico están viendo crecer el nivel de las aguas o 808 millones de personas siguen atrapadas en la extrema pobreza”.  Aún así, el lema para la presidencia de Baerbock es inequívoco: “Mejor juntos: 80 años y más por la paz, el desarrollo y los derechos humanos”.

Copia Original de la Carta de las Naciones Unidas.

Copia Original de la Carta de las Naciones Unidas. Foto: ONU

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