Yamandú Orsi, el nuevo presidente de Uruguay que asumió el mando el pasado 1 de marzo, compró de su propio bolsillo una camioneta Hyundai de este año para sus desplazamientos por el país. Igual ocurrió con su antecesor, Luis Lacalle Pou, quien usó una Toyota del año 2020. Y más atrás, en 2010, José «Pepe» Mujica dispuso de un Chevrolet Corsa que pertenecía a su partido Movimiento de Participación Popular, fundado por antiguos miembros del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Mujica lo mostró como señal de austeridad.
Son peculiaridades de una democracia peculiar. Mientras otras naufragan en la región y en el mundo, los uruguayos, de un lado y otro del espectro político, han procurado cuidar la vida en democracia que recuperaron hace 40 años, tras 12 años de dictadura. Parece un detalle pequeño, de escaso impacto en las finanzas públicas, que el presidente Orsi utilice un auto propio pero es un mensaje poderoso que habla de la sencillez y cordialidad que exhibe el mundo político de este pequeño país suramericano, que en alguna época del siglo pasado fue mentado como «la Suiza de América».
Orsi, es un profesor de Historia, dos veces intendente del Departamento de Canelones, donde nació en 1967, que comenzó a militar en el MPP en 1990. Es un izquierdista moderado que, a contrasentido con una buena parte del liderazgo político latinoamericano, no promete un tiempo de «refundación» sino de propuestas y construcción permanente. «Es tan justo como imprescindible mantener intacto el compromiso con la libertad, la verdad y la justicia», dijo en su discurso inicial ante la Asamblea General.
Durante los últimos 40 años Uruguay ha efectuado cambios de gobierno cada 5 años sin traumas y con pleno reconocimiento de quienes asumen la oposición. En lo que va de siglo, la izquierda reunida en la coalición Frente Amplio gobernó 15 años consecutivos – dos períodos de Tabaré Vásquez, y uno en el medio de Mujica- hasta su derrota en 2019 por una coalición de centro derecha encabezada por Luis Lacalle Pou. Ahora volverá a gobernar la izquierda que se impuso en las elecciones de doble vuelta por una diferencia final menor a 100.000 votos sobre el candidato del Partido Nacional Álvaro Delgado, quien fue secretario de gobierno de Lacalle Pou.
Habrá matices de un gobierno a otro, posiblemente también con relación a Venezuela, aunque lejos en principio de reconocer a Nicolás Maduro como el mandatario legítimo de Venezuela. La coalición del Frente Amplio, de acuerdo con una nota en The New York Times, es propensa a mezclar nociones de la economía de mercado con políticas del bienestar. El país ha crecido al uno por ciento durante la última década y Orsi se propone acelerar el desarrollo económico, preocupación importante de sus compatriotas, sobre la base del conocimiento y la inversión. También que tendrá que afrontar problemas sociales preocupantes como la inseguridad y el crecimiento de la pobreza infantil. Piensa hacerlo convocando a todos. Inicia con una aprobación de 61%. Lacalle Pou concluyó su mandato con el respaldo de 58% a su gestión.
Por Patricia Molina