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Editorial de El Nacional: Maduro y sus insultos

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Editorial de El Nacional: Maduro y sus insultos

“El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe” es frase que, por docta, podemos atribuir, si no a un sabio, cuando menos a una persona sensata, a alguien capaz de apreciar a los hombres y sus circunstancias de manera objetiva, sin la ofuscación que producen las gríngolas ideológicas y el histerismo dogmático de los que creen pertenecer al bando de los buenos, sujetos excelentes para la repetición mecánica y pésimos para la reflexión creativa.

 

Ello explica, pero no exculpa, la conducta del mandamás de turno en Venezuela quien, con el estilo de un perdonavidas, ha vuelto a hacer gala de procaz incontinencia verbal al injuriar a quienes le critican y les ha recordado la madre a los trescientos y pico de diputados españoles que han solicitado la libertad de los opositores presos por razones políticas.

 

Estar en la cárcel sin haber cometido delito alguno sino criticar al régimen es una aberración jurídica que pone en evidencia la sujeción de magistrados y jueces a los caprichos de un poder ejecutivo insolente que, con mendaces alegatos, justifica sus prácticas represivas y autoritarias sin darse cuenta de que se está desnudando ante la opinión internacional. Le convendría a Maduro saber que “es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”.

 

El desencuentro con los españoles -el tercero en seis meses- le viene de perlas a quien acaba de salir con las tablas en la cabeza de su más reciente intento de ocultar la realidad nacional con desplantes nada diplomáticos y delirantes referencias a supuestos ejes del mal que incluyen, claro está, a Madrid.

 

El embajador Mario Isea ha debido comparecer ante el director general de Iberoamérica de la cancillería hispana, Pablo Gómez, para ser informado del “malestar ocasionado por los insultos y amenazas contra España por parte de Maduro”, según escuetas notas de los medios más influyentes de la península.

 

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, para regocijo de la franquicia de Podemos que administran Iglesias y Monedero, convocó el pasado miércoles al embajador de España en Caracas, Antonio Pérez-Hernández y Torra, para ser notificado de que Nicolás iba a darle los suyo a los españoles. “Un ojo pelao’ con lo que hacen”, que se produjo al día siguiente de que Maduro amenazase con “respuestas integrales” para dar “la batalla a Madrid”.

 

Pensar -como hace en Venezuela el régimen cívico milico- que Mariano Rajoy maneja las Cortes a su antojo y dicta líneas a los diputados es juzgar al gobierno y al Estado españoles a partir de la propia condición absolutista y la concepción totalitaria del régimen rojito.

 

Esa incomprensión del papel de las instituciones en los países democráticos no es exclusiva de Maduro; Chávez no entendió, no quiso o no pudo entender jamás que la justicia y la legislatura si no son autónomas no tienen razón de ser. Vamos a ver qué escarnios esperan a los colombianos, ahora que sus senadores se han pronunciado en igual sentido que los españoles.

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