Editorial de El Nacional: La verdadera paz

Editorial de El Nacional: La verdadera paz

 

En el discurso oficial de este cuarto de siglo es muy posible que la palabra paz aparezca machaconamente cada dos por tres. Que se le mencione tanto y tan superficialmente es un claro indicativo de su inexistencia. No somos un país en guerra, ciertamente, pero sí un país destrozado. Un país incapaz de encontrar un camino consensuado hacia el futuro. Hasta se puede poner en duda que exista un futuro cuando tanta gente se ha ido a hacer su vida en otras partes.

La Conferencia Episcopal en su 124 asamblea plenaria ha hecho una exhortación pastoral a la construcción de paz en justicia y libertad. Lo hace a partir de las primeras y sencillas palabras pronunciadas por el papa León XIV: “La paz esté con todos”. Hoy más que nunca, dicen los obispos, se hace urgente insistir en esa línea de acción. ¿Serán escuchados los obispos? ¿Por la gente que tiene en sus manos el poder cambiar las cosas?

La verdadera paz no es la mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre los otros, o aquella que sirve como excusa para justificar un sistema sociopolítico que silencia las reivindicaciones sociales. La paz, insisten estos hombres de la Iglesia Católica en el país, tampoco se reduce a una ausencia de guerra, fruto del equilibrio precario de las fuerzas.

De la lectura del comunicado de la Conferencia Episcopal queda patente que una sociedad está en paz y vive en paz y sueña en paz cuando la dignidad de la persona humana es reconocida y cuando el bien común “está por encima de la tranquilidad de algunos que no quieren renunciar a sus privilegios”. En esas pocas palabras está el retrato de esta Venezuela de la mitad del año 2025: la dignidad humana no solo no está reconocida, sino que ni siquiera se pretende reconocer, y la noción del bien común despareció por completo: el país le pertenece al pequeño grupo que manda, que se puede ufanar de su poder, que no se cansa de recordar que posee las armas para disuadir la protesta, el reclamo y hasta el derecho a soñar.

Los obispos han escogido con sabiduría las palabras y las citas para expresar su llamado al diálogo, a la reconciliación, a la justicia: a vivir en libertad, en fin. Recuerdan, por ejemplo, la homilía del fallecido papa Francisco del pasado 24 de diciembre. La intención manifiesta es llegar al corazón de los venezolanos: “…no nos demoremos…no nos dejemos llevar por la rutina, que no nos detengamos en la mediocridad y en la pereza; que nos indignemos por las cosas que no están bien y que tengamos la valentía de cambiarlas.”

El sujeto del texto de la Conferencia Episcopal es cada uno de nosotros. Millones de ciudadanos, que a pesar de la fuerza que podemos representar, nos sentimos impotentes para cambiar la realidad que padecemos. “No es necesario hacer un diagnóstico exhaustivo de los males que nos aquejan, porque ya todos conocemos nuestros problemas, sobre todo en el ámbito político y socioeconómico. Pero, sí es necesario insistir en que con la participación de todos podremos encontrar nuevas soluciones”, dicen los obispos, que abogan por un pacto social, también verdadero, sin vencedores ni vencidos. Amén.

 

Editorial de El Nacional

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Foto: Conferencia Episcopal Venezolana

 

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