Trump pronunció su primer discurso ante la Asamblea General de la ONU de su segundo mandato | Foto Getty Images
Donald Trump ocupó el escenario de la Asamblea General de las Naciones Unidas en su 80 aniversario, luego del incidente en la escalera mecánica y antes de que fallara el teleprompter, y dio rienda suelta a su versión más pura durante 58 minutos, casi 4 veces más del tiempo asignado a cada orador.
Una parte de su intervención estuvo dedicada al despliegue militar en aguas del Caribe. En sus palabras, la utilización del “poder supremo del ejército de Estados Unidos para destruir a los terroristas y las redes de tráfico de Venezuela lideradas por Nicolás Maduro”. Advirtió que eliminarán a todos los que envían drogas venenosas a su país. “Es lo que estamos haciendo. No tenemos otra opción. No permitiremos que eso suceda.”
Si alguien estaba esperando una respuesta oficial a una confusa carta fechada en Caracas el 6 de septiembre, Trump no deja lugar a dudas en cuanto a la continuación de la presión sobre el régimen que ejerce el poder de manera ilegítima, aunque no entrara en esas consideraciones.
Los ejes centrales del discurso del mandatario, que reitera al final, son que la inmigración y el alto costo de la energía verde renovable están destruyendo gran parte del mundo libre y gran parte del planeta. Aseguró que había detenido una “invasión colosal” a su país y calculó en 25 millones las personas que entraron a Estados Unidos durante de la presidencia de Joe Biden: más de 15.000 cada día durante 4 años, una cifra tan desorbitada como desconocida. Culpó a las propias Naciones Unidas de crear y financiar las invasiones de migrantes.
En el camino, el mandatario estadounidense se anota haber detenido siete guerras (Camboya y Tailandia; Kosovo y Serbia; el Congo y Ruanda; Pakistán y la India; Israel e Irán; Egipto y Etiopía; y Armenia y Azerbaiyán). “Y yo lo hice en solo siete meses (…) sin recibir ni una sola llamada de Naciones Unidas ofreciéndome ayuda”. Insistió sobre la ONU y aunque reconoció su potencial, dijo que está lejos de cumplirlo porque se limita, por ahora, a escribir cartas muy duras a las que no hace seguimiento. “Son palabras vacías, y las palabras vacías no resuelven la guerra.”
Tampoco él pudo resolver la que se libra en territorio ucraniano. “Pensé que esta sería más fácil, debido a mi relación con el presidente Putin, que siempre ha sido buena”. Y repitió, una vez más, que esa guerra nunca habría comenzado si él hubiera sido presidente. El conflicto bélico ya estaba en gestación durante su primer mandato, cuando retrasó la ayuda a Ucrania aprobada en el Congreso a cambio de que Volodimir Zelenski le aportara información comprometedora sobre Hunter Biden para usar en la campaña electoral que perdió en 2020. Asunto que derivó en el primer intento de juicio político (impeachment) contra Trump.
Reconocer el Estado de Palestina, que se ha convertido en el tema central de la Asamblea General de la ONU ante la demoledora y sangrienta ofensiva de Israel en Gaza, sería para Trump recompensar “las atrocidades de los terroristas de Hamás”, aunque abogó por negociar la paz, no hubo ninguna referencia así fuera mínimamente crítica al gobierno de Benjamín Netanyahu, ni en qué consistiría un improbable acuerdo de paz.
Tampoco Europa se libró de los latigazos de Trump, a la que cuestionó por seguir comprando gas a Rusia (los datos dicen que son solo dos naciones), pero sobre todo por permitir que la invada una fuerza de extranjeros ilegales “como nunca antes se había visto (…) Y como eligen ser políticamente correctos, no están haciendo absolutamente nada al respecto”. “Se necesitan fronteras fuertes y fuentes de energía tradicionales para volver a ser grandes”, remató. La Asamblea General de la ONU en su 80 aniversario
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