Editorial de El Nacional: El emigrante venezolano no es enemigo

Editorial de El Nacional: El emigrante venezolano no es enemigo

 

Las últimas noticias acerca del tratamiento a los venezolanos que se fueron del país por la violencia, la persecución y la miseria, por ese odioso terrorismo de Estado que ha impuesto un régimen delincuente, nos obliga a reflexionar.

Hay cerca de 9 millones de venezolanos condenados a ser víctimas. La inmensa es gente de bien. Unos más formados que otros, por lo general trabajadores todos, honestos, dispuestos a insertarse en las sociedades receptoras. En muchas partes han recibido ayuda de los Estados nacionales y gobiernos locales, y de la misma gente de muchas naciones que los entiende y apoya. Solo unos pocos, colados en ese enorme grupo de víctimas del terror, cometen fechorías y delitos, pero no pueden ser representativos de nuestra diáspora en el mundo.

Venezuela fue un país receptor de migrantes cuando vivíamos en libertad y las condiciones económicas eran las que merecía un país con tantos recursos y tanta capacidad de trabajo. De todas partes vinieron hombres y mujeres como nosotros hoy, forzados por el hambre o la violencia, para encontrar estabilidad y seguridad. Muchos se quedaron y dejaron sus conocimientos, sus esfuerzos, heredados por sus hijos y nuevas generaciones que han compartido nuestra vida y hoy nuestro sufrimiento.

Es cierto que otros y no pocos regresaron huyendo nuevamente de una tragedia, la que se inicia con la llegada al poder de Hugo Chávez, arquitecto de la destrucción del Estado de derecho. Esa herencia es la que aprovechan un grupo de farsantes y delincuentes que profundizaron el desastre y que plantean la sustitución del Estado Federal y democrático por el que tanto hemos luchado, por un Estado comunal que prohibirá rodo vestigio de vida democrática.

Se huye ante la impotencia que tenemos de enderezar el camino y ante la lamentable ineficiencia, a veces complacencia, de la comunidad internacional. Lo de Venezuela es una tragedia. Las naciones americanas, sus gobiernos y sus gentes, deberían hacer suyo una parte de nuestro drama. Nosotros lo hicimos antes, con el de Chile, el de Argentina, rompimos relaciones con la dictadura uruguaya, apoyamos la caída del temible clan Somoza, hoy incluso peor con Ortega y su mujer al mando en la sufrida Nicaragua.

Nuestra tragedia debería ser un dolor en el costillar y en el corazón para las democracias del continente, y de la madre patria. Como la tragedia cubana, cuyo régimen se replica en nuestro país, sin pudor, ávido de lo poco que queda en esta nación sufriente.

Nos tratan como enemigos en algunas partes, algunos gobiernos. No lo somos. El enemigo está identificado en autos. La marginación y el rechazo por nacionalidad es una actitud arcaica que debía estar superada. Muy contrariamente, en algunos países se acentúa y las víctimas de la persecución en su propio país son víctima de una nueva persecución y amenaza de deportación y de cárcel.

Todos tenemos el derecho a buscar una vida más segura y digna, en la que podamos sentirnos en libertad. Tenemos también la obligación y la responsabilidad de respetar las normas, los principios, las formas de vida y de convivencia de las sociedades que nos acogen. Y sobran los ejemplos de que los venezolanos lo hemos hecho a conciencia.

Las amenazas de deportación indiscriminada por nacionales en Estados Unidos es una tragedia. También la amenaza de las autoridades de Trinidad y Tobago de detener de cualquier forma, incluso por la fuerza, a quienes buscan esa libertad, un tratamiento que solo se da al enemigo.

Los venezolanos esperan regresar voluntariamente a su patria e incorporarse al cambio en libertad por el que la mayoría votó el 28 de julio pasado. Para la reunificación familiar, para volver a vivir la venezolanidad que nos ha caracterizado, en sus valores de solidaridad, espontaneidad y felicidad.

Las organizaciones de migrantes en EE.UU. celebraron las determinaciones de la justicia. Getty Images

Las organizaciones de migrantes en EE.UU. celebraron las determinaciones de la justicia. Getty Images

 

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