Chile vota hoy en elecciones presidenciales, la primera vuelta, y parlamentarias, con la novedad de que el sufragio es obligatorio, aumentará por tanto el caudal de votantes, y con la incógnita de cómo votarán los migrantes residenciados en el país, con cerca de 900.000 habilitados para participar. La campaña ha estado marcada excesivamente por el tema de la seguridad asociado a la inmigración, sin ser el país austral el de los índices más elevados de criminalidad en la región aunque le lleva una ventaja a sus vecinos en cuanto a la sensación de temor.
A la izquierda en el poder, representada por el aún muy joven Gabriel Boric, le costará mantenerse en el Palacio de La Moneda. Su gobierno, apoyado por una amplia coalición de partidos de izquierda y centro izquierda, llega al fin del mandato, según varios analistas, con resultados mixtos, tras descarrilar muy pronto en el favor popular luego de su fracaso en el intento de cambiar la Constitución, aún heredera, parcialmente, de los tiempos del férreo dictador Augusto Pinochet. A Boric le reconocen la habilidad para adaptarse al contexto político adverso y capear el temporal, con éxitos en el área de reivindicaciones sociales, pensiones y reducción progresiva de la jornada de trabajo, pero sin cumplir el programa que le propuso a los electores.
La candidata del sector oficial, la comunista Jeannette Jara, una de ocho aspirantes a la presidencia, debe pasar a la segunda vuelta, incluso encabezando la votación este domingo sin alcanzar el número de sufragios suficientes para evitar la ronda definitiva el 14 de diciembre. Y, también es probable, que entonces pierda, porque su posible adversario sería José Antonio Kast, el otro favorito para avanzar a la segunda vuelta, que reuniría en esa ocasión el voto de toda la derecha representada este domingo también por el libertario Johannes Kaiser y Evelyn Matthei. La izquierda unida perdería, y la derecha se uniría para votar, y ganar.
Kast, admirador de Donald Trump y de Nayib Bukele, sobre todo en los temas peliagudos y de mayor consumo de inseguridad y migración, compite por tercera vez a la presidencia de Chile. En 2017 solo obtuvo un poco más del 7% de los votos; en 2021 derrotó a Boric en la primera vuelta con 27% de respaldo pero cayó en la segunda vuelta porque fue incapaz de ampliar su base electoral con un discurso apreciado como demasiado radical. Ahora espera que a la tercera sea la vencida, con propuestas más pragmáticas y en otro ambiente anímico que le permite mostrar sin rubor el «Plan Escudo Fronterizo», que define como una política de “soberanía nacional” más que una política de migración. Chile first, pues.
Su Escudo contempla construir y/o colocar muros y vallas de 5 metros de altura, zanjas de 3 metros, cercos perimetrales electrificados, patrullaje constante de las Fuerzas Armadas y Carabineros, torres de vigilancia y drones autónomos con cámaras. Todo eso, y más, tiene fecha de inicio en el calendario: 11 de marzo de 2026 cuando Kast, así lo espera él y sus seguidores, se instale ese mismo día en La Moneda. Con dos advertencias que no dejan dudas: “No más ONG entorpeciendo expulsiones”; “No más procesos de regularización masiva de inmigrantes ilegales». Más claro, ni el agua.
The Economist, la prestigiosa publicación británica, vaticina un brusco giro a la derecha. Una tendencia que empieza a recorrer ahora la región tras lo que parece el fin de las últimas olas de la marea rosa. Habrá que ver que dicen las urnas hoy y no olvidar que el electorado chileno rechazó por igual durante este período de mandato, primero, la propuesta constituyente de la izquierda, y después, la propuesta de la derecha. ¿Estarán los votantes por delante de sus líderes?
Editorial de El Nacional












