Editorial de El mundo: Europa ante el desafío chino

Editorial de El mundo: Europa ante el desafío chino

El régimen de Xi aprovecha el vacío geopolítico que deja EEUU para aumentar su influencia en el mundo. La UE está obligada a defender los valores de la democracia ante un nuevo orden global que se desliza hacia el autoritarismo

Las aspiraciones de China de reemplazar a EEUU como primera potencia mundial han quedado de manifiesto esta semana con las exuberantes celebraciones del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. El mensaje enviado por el régimen comunista es evidente: su objetivo es liderar un nuevo orden mundial y para ello se ha rodeado de autócratas como el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo norcoreano, Kim Jong-un. La imagen de los tres juntos en Pekín pasará a la historia. Que los líderes más sancionados por Occidente hayan tenido un papel tan destacado en los fastos es una declaración de intenciones imposible de ignorar para Europa.

En el desfile militar del pasado miércoles, el más espectacular de los actos que se han sucedido en los últimos días, el régimen chino presentó cientos de piezas de armamento pesado tan llamativas como cañones láser, misiles balísticos de última generación o drones submarinos gigantes. Además, la celebración se combinó hábilmente con la cumbre de la entidad internacional Shanghai Cooperation Organization y el encuentro con el primer ministro indio, Narendra Modi, que reforzaron aún más la imagen que pretende proyectar China como el nuevo centro geopolítico del mundo.

El contraste con la posición exterior que EEUU ha asumido en el segundo mandato de Donald Trump, con un presidente que ha cuestionado los acuerdos internacionales, se ha enfrentado a sus principales socios por los aranceles o por las multas a las grandes tecnológicas, y que acaba de reiterar su posición de no enviar tropas de paz a Ucrania, permite a China dar rienda suelta a sus ambiciones y presentarse como la heredera natural del vacío de liderazgo global que está dejando la Casa Blanca. No es ajena a esta ambición la interpretación que se hace desde Pekín de la Segunda Guerra Mundial y del orden que surgió tras ella.

Según la narrativa de las autoridades chinas, diferente de la occidental, su país fue protagonista de un conflicto que comenzó con el expansionismo japonés en Asia. Además, reivindica su contribución a los acuerdos internacionales que sentaron las bases de nuestro mundo. Su papel como nuevo árbitro global adquiriría así una legitimidad histórica que el presidente chino, Xi Jinping, no duda en subrayar. De acuerdo a la versión comunista, Pekín salvó a la civilización tras un «enorme sacrificio» y ahora se dirige hacia «un nuevo viaje, una nueva era», tal y como ha advertido esta semana Xi, que preside una nación con 1.400 millones de personas. El distanciamiento de Trump con India, también a costa de los aranceles, ha propiciado que el único país del mundo más poblado que China se acerque a Pekín.

En este contexto de rápidos y profundos cambios, la UE está obligada a reafirmar su posición y proteger los valores de la democracia liberal, para lo cual precisa reforzar su capacidad defensiva y su mercado interno, además de impulsar nuevos acuerdos comerciales y recuperar la iniciativa industrial y tecnológica perdida.

 

Editorial de El mundo de España

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