Editorial de El Espectador:El horror en Gaza tiene que acabar


Editorial de El Espectador:El horror en Gaza tiene que acabar


 

La situación que se vive en la Franja de Gaza es desesperada. La masacre llevada a cabo por el gobierno de Benjamin Netanyahu se acerca a los 53.000 muertos, según cifras de las autoridades gazatíes. A lo anterior se suma el bloqueo para el ingreso de alimentos y de ayuda humanitaria esencial a la zona. Las posibilidades de una hambruna generalizada, que ya está afectando a una parte de la población más vulnerable, aumenta cada día. La reciente liberación de un rehén estadounidense, el soldado Edan Alexander, por parte del grupo terrorista Hamás podría ayudar a que se concrete un alto al fuego por 90 días. Es de esperar que ese sea el siguiente, y urgente, paso.

La entrega se produjo, según Hamás, como gesto de buena voluntad hacia el presidente Donald Trump, que inició un viaje a Catar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, sin incluir a Israel en la visita. Esta omisión demuestra que las relaciones entre Washington y Jerusalén no pasan por su mejor momento. Todo indica que Trump ha estado presionando a Netanyahu para que acepte un alto al fuego inmediato con el fin, como lo dijo en un mensaje de su red social, de terminar esta “brutal guerra”. De adoptarse, el mismo sería por tres meses, lo cual permitiría el eventual retorno de un número por definir de los 59 rehenes israelíes que mantiene Hamás después del ataque terrorista del 7 de octubre de 2023. Se cree que la mitad de los mismos ya fallecieron, por lo que se debería incluir en el intercambio la entrega de los cuerpos a sus familias.

El primer ministro israelí ha sido reticente a cumplir con este tipo de treguas, tal y como sucedió a comienzos de año, cuando prefirió abortar la segunda fase del cese al fuego alcanzado, que implicaba la devolución de los rehenes a cambio de miembros de Hamás encarcelados. Su real motivación es la de prolongar el conflicto sobre la base de que la paz lo llevaría a afrontar los graves procesos internos e internacionales que se siguen en su contra, entre ellos ante la Corte Internacional de Justicia por el presunto delito de genocidio. Ha dicho que su prioridad no es la liberación de los rehenes, sino la destrucción de Hamás. También ha dado a conocer su intención de conquistar y retener la mayor parte del territorio, virtualmente arrasado, donde viven 2,1 millones de personas. Su tozudez, basada en un frío cálculo político, no ha hecho más que alimentar el desangre en Gaza.

El otro gran problema que se cierne sobre los gazatíes es la hambruna de incalculables proporciones derivada del bloqueo de ayuda humanitaria que mantiene Israel desde comienzos de marzo. Este tipo de conductas violan las normas básicas del Derecho Internacional Humanitario y será otro de los temas legales que se anexen a la ya extensa lista de delitos por los cuales se señala a Netanyahu. En este momento, expertos de reconocidas ONG que trabajan sobre el tema a nivel mundial mencionan que todos los habitantes de la Franja padecen de inseguridad alimentaria. De no mejorar las cosas de manera inmediata, creen que en los próximos cinco meses medio millón de personas van a estar en situación catastrófica de hambre extrema.

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Según el director de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), QU Dongyu, “la comunidad internacional debe actuar ahora. Restablecer el acceso a suministros humanitarios y comerciales a gran escala es fundamental. Cada día de retraso agrava el hambre y acelera la inanición, acercándonos más a la hambruna”. Mientras tanto, la mayoría de los países occidentales mantienen un silencio cómplice frente a la situación de Gaza y las condenables acciones adelantadas por parte de Israel. 

 

Editorial de El Espectador

 

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