La coherencia entre el discurso y las acciones de los actores políticos suelen no compenetrarse en algunos casos, tanto dentro del Gobierno como desde la acera de la oposición.
Es por ello que Edgar Zambrano, jefe de la fracción parlamentaria de Acción Democrática en la Asamblea Nacional ratificado para el período 2014, considera que desde la bancada roja debe haber una apertura real al diálogo para brindar respuesta a los problemas del país. Mientras que del lado de la Unidad sostiene que debe prevalecer el criterio de cohesión, sin acciones aisladas «que contribuyan a levantar medianamente una esperanza que luego se desvanece».
Desde el Parlamento hay una tarea pendiente para el oficialismo. En abril del año pasado se separó a los diputados de la Unidad de las cuatro presidencias de comisiones que encabezaban, con lo cual se viola el reglamento de la AN. Agregó que dicha acción por parte del PSUV responde a dos motivos. El primero de ellos para sancionar de alguna manera a aquellos que levantaron su voz tras los resultados de los comicios del 14 de abril. El segundo motivo para restarle vocería pública a la oposición desde la AN.
Esta actitud que ha manifestado el sector oficial dentro del Legislativo es una muestra de la incoherencia entre el llamado a diálogo que se ha hecho en las últimas semanas y las acciones. «El diálogo no se puede instrumentar con una bayoneta en la espalda. Tiene que ser producto de un sinnúmero de elementos que le den viabilidad. En primer lugar debe existir la voluntad política y democrática de quienes piden el diálogo y de quienes están dispuestos a acceder al diálogo», dijo.
Igualmente, señaló que dentro de las filas oficiales hay un complejo de actores que creen que dialogar «es un acto de rendición». «No existe una vía alterna al diálogo que no sean las balas para desactivar un problema de carácter político. Y no son las balas la recomendación más sana, más cristiana, más espiritual para el discurso de la paz: es el diálogo», comentó.
Contra las falsas expectativas
En lo que respecta al papel de la Unidad, Edgar Zambrano considera que para llegar al poder se deben emplear mecanismos pacíficos contemplados en la Constitución, que no necesariamente implican las elecciones presidenciales del 2018. Pero más allá de eso, sostiene que se deben instrumentar políticas estratégicas «que abonen la conciencia y el sentimiento de la clase media hacia abajo. Llegarle a los sectores populares, al barrio, medir su estado de necesidad. Incentivar su participación a través del voto, pero también de la protesta ciudadana». De no abonar ese camino asegura que la Unidad está condenada al fracaso.
Asimismo, Zambrano criticó las posiciones dentro de la oposición que juegan a salirse de los criterios establecidos por la Mesa de la Unidad. «Si no existe una política articulada entre todos los sectores que generan opinión en el país estamos condenados a un nuevo fracaso y a desarrollar una nueva frustración en el sentimiento de cambio de los venezolanos (…) Para controvertir con el Gobierno hay que organizarse, articular esas políticas. No puede ser de manera aislada, no con globos de ensayo. No es con un dibujo libre y un juego adelantado que se van a ganar espacios o se va a reponer el liderazgo nacional», declaró el asambleísta.
Añadió que dentro de la Mesa se debe acatar el criterio del respeto a las mayorías. «Las minorías no pueden imponerse sobre las mayorías, y las minorías no pueden ponerle una pistola en la cien a las mayorías».
En el pasillo de la muerte
Otra de las muestras de un diálogo efectivo para Zambrano es la liberación de los presos políticos y el regreso de los exiliados. «Allí tiene el caso de Iván Simonovis. El Gobierno tiene a Iván en el pasillo de la muerte, condenado a muerte. Se ha negado de manera reiterada lo que por justicia le corresponde a Iván en protección de sus derechos humanos».
El diputado asegura que la liberación de Simonovis y los policías metropolitanos no se da porque «son un trofeo que ejemplarizan los hechos del 11 de abril del 2002».
El Universal
