Eco-duchas, eco-desayunos, eco-almohadas, eco-facturas… en los últimos tiempos el mundo ‘eco’ ha desembarcado con fuerza en la sociedad. Sin embargo, muchas voces se han levantado en contra de esta ‘eco-moda’ por considerarla una mera estrategia de marketing que va en contra del verdadero ecologismo. En el articulo de hoy nos adentramos en el campo de los alimentos ecológicos, también conocidos como orgánicos o biológicos. ¿Son mejores que los tradicionales? ¿Presentan mejores propiedades nutricionales? ¿Son más saludables?
Hace poco más de un año un estudio aparecido en la revista ‘British Journal of Nutrition’, el más completo de los realizados hasta ahora, sacudió el mundo de los alimentos ecológicos. En contra de lo que se había escrito en otros trabajos, una revisión de 343 artículos publicados por diferentes especialistas daba como resultado que los alimentos ecológicos presentan mayor contenido en componentes antioxidantes y menos cantidad de cadmio y residuos de plaguicidas que los alimentos convencionales. Concretamente el artículo dice que los alimentos ecológicos contienen hasta un 60% más de antioxidantes de naturaleza principalmente polifenólica, un 87% menos de nitritos, un 30% menos de nitratos y un 50% menos de cadmio.
Tras la publicación del trabajo diversos medios de comunicación publicaron titulares como «Un nuevo estudio sostiene que los alimentos ecológicos son más sanos que los otros» o «Confirmado: los alimentos ecológicos son más sanos». Tras leer estos titulares hay consumidores que han afirmado que, aunque el precio sea muy superior, están dispuestos a pagar más por una alimentación ecológica ya que por fin se ha demostrado que es más sana y segura. Una vez leído el artículo con detenimiento hay que ser contundente y afirmar que extraer esas conclusiones es un inmenso error. El artículo que lleva por título «Higher antioxidant and lower cadmium concentrations and lower incidence of pesticide residues in organically grown crops: a systematic literature review and meta-analyses» es un metaanálisis en el que se hace una exhaustiva revisión de la composición de muchos alimentos ecológicos y convencionales. En ningún caso se evalúa si los alimentos ecológicos tienen algún efecto positivo sobre la salud de la población.
En las 18 páginas que tiene el trabajo no se hace referencia a ningún estudio de intervención ni a la evaluación del estado de salud de consumidores de productos ecológicos y tampoco los autores dicen que sus resultados signifiquen que los alimentos ecológicos sean más saludables que los convencionales… aunque muchos medios de comunicación se aventurasen a decir todo lo contrario. De hecho los propios investigadores responsables del trabajo inciden en que no hay estudios serios en humanos que permitan hacer dichas afirmaciones por lo que hay que seguir investigando. Una lectura apresurada del artículo puede llevar a dos erróneas conclusiones. La primera de ellas es que al publicar estos autores que los alimentos ecológicos, en comparación con los convencionales, tienen mayor cantidad de antioxidantes polifenólicos (compuestos que han sido vinculados a un menor riesgo a padecer enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares e incluso ciertos tipos de cáncer) el consumo de productos ecológicos es mejor que el de alimentos convencionales. Sin embargo, eso no está demostrado. Una cosa es que los alimentos ecológicos presenten mayores concentraciones de algún nutriente que los productos convencionales y otra muy diferente es que esa diferencia proporcione algún beneficio en la salud humana… que es lo que realmente interesa al consumidor. No hay la más mínima evidencia científica de que el consumo de alimentos ecológicos afecte positivamente a dichas patologías en mayor medida que la ingesta de productos convencionales. Para poder extraer esa conclusión habría que hacer estudios intervencionales comparativos de productos ecológicos y convencionales a largo plazo y a día de hoy no hay nada de eso publicado en la bibliografía científica.
Por otra parte, el hecho de que en el artículo se afirme que los alimentos ecológicos tienen menores concentraciones de cadmio y una menor incidencia de residuos de plaguicidas podría llevarnos a pensar que los alimentos convencionales no son seguros o que los ecológicos lo son más… y eso tampoco es así. Al igual que por llevar más polifenoles los productos ecológicos no han demostrado ser más saludables, por llevar menos plaguicidas no son sanitariamente mejores. Para llegar a esa conclusión habría que hacer estudios de toxicidad más allá de los bromatológicos que se muestran en la revisión publicada en British Journal of Nutrition.
De hecho, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha emitido un exhaustivo informe en el que se muestran los resultados de las actividades de control relacionadas con los residuos de plaguicidas en alimentos llevadas a cabo en 29 países europeos. Se analizaron 79.000 muestras de más de 600 productos alimenticios analizando la presencia de casi 900 tipos de productos fitosanitarios distintos. Las conclusiones fueron claras: la alarma sanitaria por la presencia de plaguicidas en alimentos está injustificada.
Respecto a los alimentos ecológicos en el informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria se puede leer que los niveles de plaguicidas son algo inferiores en este tipo de productos que en los convencionales… pero como estos últimos ya estaban dentro de los niveles permitidos pues las diferencias en cuanto a efecto sobre la salud son inexistentes. Ni unos ni otros les van a producir ningún mal debido a la presencia de plaguicidas.
¿Quiere decir todo lo expuesto que los alimentos ecológicos son perjudiciales? En absoluto, pero tampoco la etiqueta de ecológico quiere decir que sean más sanos, más nutritivos o más beneficiosos para el medio ambiente. El sello ecológico solamente indica que el alimento se ajusta a la ley de producción ecológica, nada más. Además estos productos, que pueden llegar a costar hasta cuatro y cinco veces más que los productos convencionales, no tienen nada que ver con los productos de proximidad o de temporada en contra de lo que muchos consumidores creen.
Estimados lectores, me considero profundamente ecologista y defensor del medio ambiente. Sin embargo, me niego a que se use el ecologismo como estrategia para intentar inculcar en el consumidor ideas contrarias a las que muestran las evidencias científicas.
Laverdad.es
Por Confirmado Massiel Bravo