El pasado domingo 7 de mayo, un auto embistió a un grupo de al menos 30 migrantes venezolanos, de los que 8 murieron en la localidad texana de Brownsville.
Ante este hecho, el venezolano Bryan Toro, asilado en el Centro Obispo Enrique San Pedro Ozanam para migrantes, confesó que «es algo que no se me olvida. Esas imágenes por más que intente, no creo que se me vayan a borrar por mucho tiempo». El joven presenció el hecho desde la acera de enfrente.
Toro aseguró que el autor del atropello, George Álvarez, gritaba insultos contra el grupo que esperaba en la parada, «primero se llevó a quienes estaban sentados y después a los que iban caminando. Pasaron 20 minutos sin que llegara nadie, estábamos solos tratando de ayudar a los chicos que veíamos que se podían ayudar».
«Él intenta darse a la fuga. Se sale del carro, porque cuando se lleva a los chicos por el medio, el carro se dobla, sale corriendo a una calle a 10 metros a la derecha, él entra por esa calle y los chicos que estábamos del otro lado salimos corriendo, saltamos la cerca porque se iba a meter a una casa para esconderse, ahí lo agarramos, lo llevamos al otro lado, lo golpeamos de la impotencia, pero no le pasó nada», relató.
Señaló que horas antes, la dinámica diaria transcurría con normalidad, pero luego de los hechos, el grupo de testigos quedó impactado por los nexos establecidos en el centro y en las rutas que los llevaron hasta ahí.
«Incluso dormí con el señor mayor que falleció, venía de Venezuela y tenía hijas. Me afectó mucho porque todos llegamos igual y hablando de lo mismo, de haberlo logrado y se crean lazos de amistad. Muchos de ellos, en la fila antes de salir, llamaban a su familia con el WiFi, decían ‘te aviso cuando llegue’ y son llamadas que no van a ocurrir», lamentó.
El testigo Bryan Toro, relató que después del ataque, recibieron ayuda de civiles, seguridad y de sociedades religiosas que realizaron misas en homenaje a los fallecidos y ofrecieron charlas de motivación «porque más allá de verlo por el teléfono, estar ahí y vivirlo, es súper más fuerte todavía».
Toro detalló que salió de Venezuela hace 4 años a Chile, donde residió hasta dirigirse a Estados Unidos en caravana con el grupo de refugiados. Confesó que la travesía «es super difícil. Para llegar a Estados Unidos pasas por 10 ó 12 países, dependiendo de dónde vengas y eso te expone a riesgos en la selva y todo lo que es conllevar los otros países como Costa Rica, Nicaragua, Guatemala e incluso México».
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